All Chapters of El Amor Inocente Del Don De: Chapter 91 - Chapter 100

[REBECCA]Artemy me había dejado sin aliento y completamente aturdida con su beso, y ahora sus palabras hicieron que mi corazón saltara. Mi cuerpo se derritió bajo el suyo y miré fijamente sus ojos furiosos pero doloridos. Debería haber estado asustada, pero no lo estaba. No de Artemy.Puede que estuviera enfadado conmigo, pero aun así era amable. Incluso mientras me miraba furiosamente, sus dedos acariciaban mi mejilla con suavidad. Artemy lo hacía casi sin darse cuenta, como si necesitara tocarme, sentirme.Nos miramos fijamente durante unos segundos. Artemy parecía repentinamente sin palabras. Poco a poco, la rabia en sus ojos desapareció hasta que se suavizaron con emociones no expresadas. Todavía sosteniendo mis manos cautivas sobre mi cabeza y mi cuerpo bajo el suyo, se inclinó lentamente hasta que nuestras frentes se tocaron suavemente.—Voy a contarles una historia —dijo.Confundida, solo parpadeé y lo miré. ¿Una historia? ¿Es por eso que me arrastró hasta aquí… para una histo

[REBECCA]—Y tú eres el hombre que me trae paz —susurré las palabras muy suavemente—. El hombre que hace que mi corazón se agite y llena mi estómago de mariposas. Solo una mirada tuya, una simple palabra, solo un dulce beso o una suave caricia, es suficiente para hacerme la mujer más feliz. Eres mi fuerza, Artemy.Sus brazos me apretaron y sonreí. Ah, sí, mis palabras tuvieron el mismo efecto en él que las suyas en mí.Artemy era un hombre de pocas palabras, pero pudo decirme mucho. Deseaba tener más que decir. Deseaba tener más palabras para mostrar lo que sentía en mi corazón... lo que realmente sentía. Pero no las tenía.Preferiría simplemente mostrárselo. Acerqué sus labios a los míos y lo besé. Suave y delicadamente. El beso no fue rápido ni fuerte. Fue dulce y lento. Nos tomamos nuestro tiempo, nuestros labios se movían al unísono y nos saboreamos el uno al otro. Artemy me dejó liderar el beso. No me presionó para que lo besara más. Me dejó besarlo. Y así lo hice, durante mucho

[REBECCA]Mi voz resonó en mis oídos y resonó por toda la habitación. Nunca había dicho una palabrota. Nunca. Y nunca antes había estado tan furioso. Estaba furioso, mi corazón latía con fuerza por la necesidad de vengarme de la mujer que estaba frente a mí.¿Cómo se atreve?No solo me insultó a mí, sino también a Artemy. Insultó lo que Artemy y yo teníamos. Nuestra relación no era perfecta, pero nuestros sentimientos mutuos eran puros. No iba a quedarme ahí parada viendo cómo alguien más la estropeaba.La cara de Bernadette estaba cubierta de pastel de chocolate… mi pastel favorito, en realidad. Nona lo había preparado para mí y, por un momento, sentí una punzada de tristeza porque se había estropeado, pero también de ira; mi cuerpo temblaba. Estaba ciega.Todo lo que podía oír eran las horrendas palabras de Bernadette.Ella intentó alcanzarme, pero rápidamente me hice a un lado y alcancé su cabello, envolviendo mis dedos alrededor de los mechones que no estaban estropeados por el pa

[REBECCA]—¡NO!Me levanté de golpe de la cama, con el cuerpo empapado en sudor. Mis gritos me zumbaban en los oídos. La luz se encendió al instante y Artemy estuvo a mi lado en cuestión de segundos, pero me aparté.Todo lo que pude ver fue que él se alejaba de mí, se desvanecía en la oscuridad y me dejaba atrás. No.Me tambaleé hacia adelante en la cama, le rodeé el cuello con los brazos y lo sujeté con fuerza contra mí. Mi agarre era inquebrantable. Me negaba a soltarlo. Rápidamente me rodeó la cintura con los brazos y me sentó en su regazo, sujetándome con la misma fuerza.—No me dejes. Por favor, no me dejes. Nunca me dejes. No puedo. Por favor. No me dejes, Artemy —murmuré en su pecho, con el corazón acelerado al pensar en estar sin él. Mi cuerpo temblaba con temblores silenciosos y temblaba en sus brazos.Las lágrimas corrían por mis mejillas en un flujo interminable. Seguí rogándole.—Shhh... Estoy aquí. No me voy. Estoy aquí, Ángel.Sus palabras me tranquilizaron, pero el mied

[REBECCA]Artemy se apartó y me miró con irritación. —¿Estás rogando, gatita?Lo miré con enojo y él se rió entre dientes. —¿No? Está bien, no te preocupes. Pronto estarás rogando.Su cuerpo se separó del mío. Artemy se quitó la ropa a toda prisa. Tiró de su corbata casi con rabia y luego la arrojó al suelo junto con su chaqueta y su camisa descartada.—¿Estás tomando las pastillas anticonceptivas que te dio Lynda? —preguntó. Me limité a asentir, dándole la respuesta que quería. Sus pantalones y boxers fueron los siguientes.Y entonces estaba de pie frente a mí en todo su esplendor desnudo. Su dureza se elevaba hacia su estómago y gemí al verlo.Soltó otra risita y envolvió sus dedos a lo largo de su dura longitud. —Quítate el vestido —ordenó con brusquedad mientras se frotaba.Me quedé mirando su mano, mordiéndome los labios con anticipación. —Rebecca, —gruñó. Me incorporé ante su tono y rápidamente me quité el vestido destrozado y lo tiré al suelo, junto a la ropa descartada de Arte