Gabriel no le contestó; en su lugar, llamó a una enfermera para que la hiciera salir.Jimena, por supuesto, se negó a irse. Si no podía tener a Gabriel, se aseguraría de que Regina tampoco lo tuviera.—Gabriel, ¡Regi ni siquiera te quiere! Está contigo solo para vengarse de mí, ¡no deberías caer en su trampa!Jimena sacó el celular y, frente a él, reprodujo la grabación.La enfermera también lo escuchó todo e, incómoda al notar que los pacientes de afuera se asomaban y comenzaban a impacientarse, salió y cerró la puerta tras de sí.Dentro del consultorio, Jimena no apartaba la vista de la cara de Gabriel. Observó que, incluso después de escuchar toda la grabación, su expresión no cambió en lo más mínimo; sus ojos oscuros permanecían profundos e impasibles, sin revelar la más mínima señal de enojo o enfado por el supuesto engaño.—Ya lo oíste, ¿no? Sabe que me gustas, por eso se acercó a ti. El que de verdad le interesa es Maximiliano...—¿Terminaste?Jimena movió los labios, pero antes
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