Todos los capítulos de Y al final, la bruma se disipó: Capítulo 11 - Capítulo 20

—¿Qué?Renata se quedó atónita.Por fin entendía por qué Lucas estaba tan extraño ese día.¿Así que… el bebé de Camila se había perdido?En el fondo de sus ojos apareció una sonrisa casi imperceptible.Qué buena noticia.Justo estaba pensando cómo lograr que Lucas se divorciara de Camila.Y ahora el obstáculo ya no existía.Podrían estar juntos sin problemas.—Ese día en el bar… Si tú no te hubieras hecho daño, yo no habría descargado mi rabia con Camila.¡No la habría empujado por las escaleras!¡Nuestro hijo no habría muerto!Cuanto más hablaba, más fuerza ejercía Lucas sobre su brazo.Renata gritó de dolor:—¡Lucas, cálmate! ¡Ese día no fue culpa tuya! ¡Fue Camila! ¡Ella derramó el agua sobre mí a propósito!¿No fuiste tú quien dijo que, con lo que había hecho, el bebé tarde o temprano pagaría las consecuencias?¡Tal vez esto fue un castigo del destino!—¿¡Qué dijiste!?El rostro de Lucas se volvió oscuro como una tormenta.No podía creer que la Renata que conocía —siempre dulce y a

Cuando Lucas llamó por teléfono, Camila estaba tomando el sol en la playa de Maldivas.El paisaje allí era impresionante.Camila nunca había visto el mar y estaba fascinada.Al principio, perder al bebé la había dejado devastada,pero al llegar a este lugar…todo comenzó a verse con más claridad.El instructor estaba a punto de llevarlas a hacer snorkel,y su teléfono no dejaba de sonar.Al sacarlo y ver quién llamaba,Camila entendió que Lucas ya había visto el acuerdo de divorcio,y probablemente también sabía…que habían perdido a su hijo.Camila no quería hablar con él, así que rechazó la llamada.Lucas, sin darse por vencido, siguió marcando una y otra vez.El instructor la apuró:—Parece urgente. Atiéndelo primero, te esperamos para bajar al agua.Respirando hondo, Camila pensó que quizás sí era mejor dejar las cosas claras.Finalmente contestó:—¿Sí?—¡Camila! ¡Por fin contestas! —la voz angustiada de Lucas sonó al otro lado.Camila parpadeó.Después de tantos años, era la prime

Hace tres años, cuando Renata fue seleccionada para estudiar en el extranjero, Lucas le pidió que no se fuera.Pero ella, sin dudarlo, le dijo que quería romper con él. Dijo que su sueño era convertirse en una estrella, que quería perseguir sus ideales y que no miraría atrás.Aun cuando Lucas le aseguró que la apoyaba, que la esperaría en casa, ella se negó. Dijo que temía no resistirse a las tentaciones allá afuera y terminar con alguien más, así que insistió en terminar con él.Tres años después, Lucas se había casado con otra mujer, y ella... regresó de repente.Y no solo regresó, sino que además le mandó un mensaje para que la recogiera en el aeropuerto.Él lo admite: al volver a verla, sintió una punzada de nostalgia, de aquel amor juvenil.Renata y él habían crecido juntos. Era tres años menor que él, y desde pequeños la trató como una princesa, la tenía en un pedestal.Con el tiempo, naturalmente comenzaron a salir. ¿Quién habría imaginado que algún día terminarían así?—Me arre

—¡Lucas, ¿qué estás haciendo?! ¡Sal de aquí!Al verlo trepar por la ventana, Camila se llenó de rabia.—¡No me voy, no hasta que me perdones!Lucas se acercó e intentó abrazarla, pero ella lo abofeteó con fuerza.—¡He dicho que salgas! ¡Esta es mi habitación! Has entrado sin permiso. ¿Sabes que puedo llamar a la policía para que te arresten?—Llama si quieres. Mientras me perdones, no me importará nada de lo que hagas.Viendo su expresión tan seria, Camila se sintió exhausta emocionalmente.—¿Qué quieres, Lucas? ¿No has causado ya suficiente? Me vine aquí para escapar de todo y aun así me sigues. Ya te dejé libre para estar con Renata, ¿no puedes dejarme en paz?—¡No hay nada entre Renata y yo! ¡La persona que amo eres tú!—¡Jajaja!En cuanto Lucas terminó de hablar, Camila soltó una carcajada como si acabara de escuchar el chiste más ridículo del mundo.—¿Tienes esquizofrenia o qué?Después de reír, sus ojos se tornaron rojos.—¿Dices que me amas? ¿Entonces por qué no podías recordar

—Señor Lópezcas, ¿usted también ha venido? —El hombre obeso que estaba en el sofá alzó una ceja al verlo. Lucas lo reconoció al instante: era el famoso Señor Domínguez.—Señor Domínguez... —Lucas entrecerró los ojos y miró a Renata. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Cómo podía permitir que cualquiera la tocara así?—Llegó tarde. Sírvase tres tragos como castigo —ordenó el Señor Domínguez, señalando las copas sobre la mesa.Pero Lucas no había llegado tarde. De hecho, estaba incluso unos minutos antes de la hora acordada.—¿Qué pasa? ¿No piensa beber? ¿Acaso no vino a suplicar por negocios? Si ni siquiera está dispuesto a levantar una copa, ¡qué poca sinceridad! —añadió otro hombre a su lado, con una mujer sentada en su regazo.Lucas reconoció a la actriz que estaba con él; había debutado al mismo tiempo que Renata y ahora se dejaba manipular como una marioneta.Enfurecido por lo que veía, Lucas avanzó y agarró la muñeca de Renata.—¿Qué estás haciendo? ¡Vámonos de aquí!—¡Suéltame! —Renata