Laura preguntó con un tono bien pesado, hasta su mirada hacia Mateo era de esas que te escanean sin pena.De volada le expliqué a Mateo: —Perdón, Mateo, ella es mi mamá.Mateíto levantó las cejas, claramente sorprendido, pero rápido le extendió la mano con toda la buena onda y se presentó: —Hola, señora, soy Mateo Lara, colega de Luna, llamame Mateíto.Bien educado y alivianado, ni se molestó por la actitud de Laura.Laura aprovechó el momento y, sonriendo, le dijo: —Eso de “señora” suena muy formal, dime hermana.Me quedé con los ojos como platos, y Mateo respondió: —Órale, como digas, la próxima te digo hermana.Laura estaba tan divertida que no paraba de reírse, pero yo estaba tan apenada que quería desaparecer.Tal vez pensando que teníamos cosas de qué hablar, Mateo de volada dijo: —En el departamento todavía hay chamba, así que tía... bueno, hermana, ustedes platiquen primero.Laura hizo un gesto con la mano y dijo: —Vayan, jóvenes, el trabajo es lo primero.Viendo cómo Mateíto s
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