Semua Bab Tres años de olvido, un divorcio y lágrimas: Bab 51 - Bab 60

No me esperaba que la jefa le hubiera contado a Mateo lo de mi tío, y por un momento no supe qué decir.Mateo quizá notó mi incomodidad y me explicó: —Fue que escuché Cloe platicando con Gisela. Para esto, nos hubieras buscado a Zaid o a mí directamente.Al oír el nombre de Zaid, no pude evitar fruncir el ceño.¿Cómo explicarlo? Si tuviera que elegir entre buscar a Zaid o a un coyote, me quedaría con el coyote.—Ay, pero ¿qué digo? —rectificó Mateo, como hablando solo—. Mira, haz esto: mañana a las once tráete al paciente a la consulta externa de neuro. El que está de guardia es Felan, que fue mi maestro. Voy a hablar con él para que les dé un espacio.Dudé un poco: —¿Y no estarás rompiendo las reglas?—No, solo es agregarlos al final —respondió Mateo con seguridad—. Nomás acuérdate de decirle al paciente que no llegue tan temprano.Nunca pensé que Mateo me resolvería un asunto tan complicado así de fácil. Agradecida, le di las gracias de inmediato.Mateo, por el contrario, se apenó un

No me esperaba para nada que Zaid estuviera en casa.Apenas eran las siete de la noche. En los últimos tres años, podía contar con una mano los días que estaba en casa a esta hora. Sentí como si me hubiera caído un rayo y me quedé tiesa.Ni siquiera sabía cuánto tiempo llevaba Zaid parado ahí, ni qué tanto de mi plática con Laura había escuchado.Moví los labios para tratar de explicar algo, pero las palabras se me atoraron en la garganta.Del otro lado del teléfono, Laura seguía quejándose: —Tampoco le busques pretextos. Siendo sinceros, a la familia Gómez nomás les da miedo que nosotros los Sánchez afectemos la reputación de su "Bisturí Zaid" del Hospital PAZ. ¿Qué no se ponen a pensar que si no fuera porque a tu papá lo apuñalaron por Zaid, él no tendría lo que tiene hoy?—Ya, mamá.Mientras la callaba, caminé hacia la mesita de centro. Todavía no le picaba al botón de colgar cuando escuché a Laura volver a quejarse: —Pero Luna, ganarte el corazón de tu esposo tampoco es tan difícil

Lo que más me temía, pasó.Ver a Zaid y a Abril parados juntos no muy lejos, hizo que el corazón se me subiera a la garganta.Recordaba perfectamente que en el rol de guardias de esta mañana no estaba Zaid.Topármelo ya era demasiado, y encima, encontrarme otra vez a Abril.No sabía si Zaid había escuchado lo que dijo mi tío, pero lo que más me preocupaba era que Laura se diera cuenta de algo.Y como era de esperarse, al segundo siguiente escuché a Laura decir, sorprendida: —¿Esta no es la muchachita tan entusiasta que nos topamos en la mañana?Abril no se cohibió para nada y dijo con toda naturalidad: —Sí, señora, me llamo Abril. Soy compañera de Luna de la facultad de medicina, y ahorita estoy haciendo mis prácticas en neurocirugía.Cuando Abril dijo la primera parte, Laura todavía tenía una sonrisa en la cara, pero al escuchar la segunda, sus bonitos ojos felinos se clavaron de inmediato en el gafete de la chica, mirándolo un par de veces: —Eres compañera de Luna y además haces tus

El comentario de Abril nos dejó a todos helados. Laura, más nerviosa que nadie, se apresuró a aclarar: —¿Cuál conocer a la familia? Luna y Mateíto solo son amigos. Es que Mateíto se esforzó mucho con lo de mi hermano y lo invitamos a cenar. Es un banquete de agradecimiento, para darle las gracias a Mateíto por su buen corazón y su nobleza.Esas palabras de Laura, en cualquier otro momento, no tendrían nada de malo, pero dichas en esta ocasión, y especialmente frente a Zaid y Felan, los dos principales que atendieron a mi tío, sonaban un poco fuera de lugar.Además, Zaid seguía siendo mi esposo, al menos en papel.No elogiar a tu propio yerno y en su lugar echarle porras a un amigo, pues como que no tiene mucha lógica.Con eso, la cara de Zaid ya se había oscurecido por completo.A sus ojos, seguro pensó que teníamos otras intenciones.Respiré hondo y, justo cuando me preparaba para intervenir, escuché a Mateo decir: —Yo solo anduve de un lado para otro. Quienes de verdad se preocuparon

—Primero hay que enjuagar.Cuando reaccioné, jalé a Mateo y corrí al baño, con el corazón en la garganta.Si no vi mal, la sopa le había quemado casi todo el antebrazo y la muñeca, y también le había salpicado en el dorso de la mano.Esas eran las manos de un cirujano.Solo yo, que me había matado estudiando tantos años en la facultad de medicina, sabía lo que valen esas manos.Al escuchar de nuevo las discusiones de Laura y mi tío, sentí que se me hacía un nudo en la garganta y caí en un arrepentimiento enorme.Mateo pareció notar mi estado de ánimo y dijo con voz suave: —¿Se asustó, Luna? No es nada, una heridita, no duele.Viendo la marca roja y profunda en el brazo de Mateo, me sentí todavía peor: —Hay que ir al hospital, ya.—Yo manejo —una voz fría nos interrumpió de repente. Zaid, no sé en qué momento, ya estaba parado en la puerta del baño. Miró la quemadura en el brazo de Mateo y sentenció: —En cinco minutos en la puerta principal del restaurante.Siempre tan decidido. Dicho e