A las nueve de la noche, arrastrando mi cuerpo cansado regresé a casa, pero en la entrada del edificio me topé con Laura.En este momento su maquillaje ya se había corrido, como un gallo que perdió la pelea, enferma y acurrucada en una esquina.Al verme, luego luego se levantó, caminó hasta frente a mí en tres pasos, enojada: —Luna, de verdad te volviste capaz, ¿me apuñalaste por la espalda?Sin remedio dije: —Subamos primero.—¿Tengo cara para subir? —Laura me vio con esos ojos ya hinchados de llorar—. Ahora perfecto, Yuliana está convencida de que quieres afectar el quedar embarazada por tu carrera, siente que no respetas a la familia Gómez, ¿dime qué hacer?Sentía una amargura que no podía escupir.—Lo pensé, ahora vienes conmigo a la casa de los Gómez —Laura al ver que no respondía, se arregló el cabello desordenado de la frente, se animó—. Ve ahora a disculparte con tu suegra, explícale que lo del trabajo fue solo un impulso.Vi sorprendida a Laura, pregunté: —¿Y después?—Prepara
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