Seguro no esperaba que le dijera que no, porque Abril se puso incómoda y contestó nerviosa: —Perdón, hermana, no lo pensé bien, entonces... pues descansa.Sin esperar respuesta, la morra agarró sus papeles y se fue en chinga.Me quedé viendo al vacío, con el corazón apachurrado y una bola en la garganta.Por fuera parecía que Abril me pedía ayuda, pero ella solo era practicante de neurocirugía, y al verme tenía que decirme hermana. Si no fuera porque Zaid la respaldaba, ¿a poco se animaba a pasarme la chamba?Normalmente ni me molestaría, pero ese día me sentía tan mal que obvio mi tono fue más seco.Lo que más me ardió fue que, después de todo, Zaid y yo fuimos esposos; por más que protegiera a Abril, no era para que yo, la “señora Zaid”, le hiciera el trabajo, ¿no?La neta, según las jerarquías de antes, yo era como la esposa legítima. En estos tres años, si no hice méritos, mínimo me sacrifiqué. ¿Tanto le urgía a Abril usarme de escalón?Me dolía horrible la cabeza, pero ni así podí
Read more