El trago se me atoró en la garganta.Después de toser un par de veces, por fin pude procesar la palabra ‘conectes’.Cuando volteé a ver a Zaid, tenía su típica cara de póker, pero con la barbilla levantada, dejando ver lo arrogante que es.Así que para él, ¿hasta pedirle una opinión a Efrén era socializar por conveniencia?Apreté la copa con fuerza, tratando de calmar el coraje, y le respondí: —Me halagas, Zaid. Pero comparada contigo, todavía estoy en pañales.Los demás no lo sabrán, pero yo, la mujer cuyo nombre aparece junto al suyo en un acta de matrimonio, ¿cómo no iba a saberlo? Escondiendo que es casado, paseando a su amiguita en eventos públicos... si de jugar a dos puntas se trata, ¿cómo podría yo competir con él?Ah, y para colmo, lo hacía enfrente de mí, su esposa de papel.—¿En serio? Apenas se conocen y ya están intercambiando números —dijo, mientras su mirada fría me recorría la cara y su tono era de hielo puro—. Qué hábil eres, Luna.Hábil.¿Acaso Zaid me estaba provocan
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