Valeria curvó ligeramente los labios.—Qué coincidencia, ¿ustedes también vinieron al hospital?Julieta, evidentemente incómoda, intentó responder con naturalidad:—Valeria, es por mi mamá. Acaba de bajar del avión y parece que le faltó el aire durante el vuelo. Como había mucha gente, Benja y yo preferimos traerla para que un médico la revise.Luego, Julieta se apresuró a presentar:—Mamá, ella es mi compañera de trabajo, Valeria Santacruz. Es muy buena conmigo, siempre me ayuda en el trabajo.Al escuchar eso, la madre de Julieta, doña Ana Rivera, se acercó de inmediato a tomar la mano de Valeria, agradeciéndole efusivamente.—Señorita Santacruz, muchas gracias. Julieta aún es muy joven, le falta experiencia en muchas cosas. Espero que siga ayudándola.Julieta entonces se inclinó un poco hacia su madre para susurrarle:—Mamá, Valeria es sorda, pero sabe leer los labios. Tienes que hablarle despacio.—¿Ah? ¿Es discapacitada? —soltó Ana sin pensar.El rostro de Valeria se tensó de inmed
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