Después de un largo rato, contestaron.—¿Amanda?Al escuchar esa voz masculina, ella contuvo la respiración. Apretó con fuerza la mano que sostenía el celular. La persona del otro lado no podía escuchar su voz y, algo desesperado, dijo:—Amanda, sé que eres tú. ¿Me estás llamando porque tienes algún problema? Tranquila, con que me digas una sola palabra, te ayudaré sin dudarlo.En la mente de Amanda apareció la imagen de esa noche tormentosa cuando Jorge cayó del segundo piso... Su respiración se volvió temblorosa y su voz también.—Necesito que me hagas otro favor. Cuando... cuando todo termine, te... te daré más dinero.—Amanda, no hablemos de dinero.—¡Lo único que puedo darte es eso! —Ella apretó los dientes, conteniendo a duras penas su irritación—. Alejandro, de verdad no tenía otra opción más que buscarte de nuevo. No me hagas las cosas más difíciles.Del otro lado, el hombre guardó silencio y finalmente respondió, con voz grave:—Está bien, haré lo que tú digas. Dime, ¿qué quie
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