—¿Ah? —La anciana se veía sorprendida—. ¡Este niño es muy travieso! Disculpe, el papá y la mamá de mi nieto se divorciaron, acabamos de mudarnos ayer. Estaba ocupada organizando la casa y no presté atención. ¡Le aseguro que tendré más cuidado, más cuidado!La actitud de disculpa de la anciana era genuina. El gerente insistió varias veces en que debía vigilar bien al niño y que si quería jugar, debía hacerlo en el área del jardín en la planta baja. Entonces, la señora prometió que cuidaría bien a su nieto, mostrando una actitud de arrepentimiento muy buena.Valeria sabía que no era fácil para una anciana cuidar a un niño. Además, los niños de cinco o seis años están en la edad más traviesa; hacer travesuras era muy común. Valeria no siguió insistiendo en el asunto. Sin embargo, se mantuvo alerta.***Después de que se fueron el gerente y Valeria, la anciana cerró la puerta. Adentro, dejó el tazón de cerámica y sacó su teléfono para marcar un número.—Hola, hice lo que me dijiste, pero n
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