All Chapters of Señor Rodríguez, la señora declara que ya no dará marcha atrás: Chapter 191 - Chapter 200

Vagamente parecía escuchar a alguien gritándole. Tenía muchas ganas de abrir los ojos, pero los párpados le pesaban mucho y no lograba abrirlos.Santiago vio que su cara se ponía cada vez más pálida y hasta sudaba. Su expresión se volvió aún más sombría.—Daniel, ¡maneja más rápido!—¡Sí, agárrese bien!Pisó el acelerador a fondo y el Maybach voló por la carretera de bajada de la montaña. Dentro del auto, Santiago pronto se dio cuenta de que algo andaba mal. Valeria tenía ambas manos sobre el vientre todo el tiempo y murmuraba: "me duele".Su respiración se cortó. ¿Valeria estaba embarazada? En cuanto esta sospecha surgió en su mente, Santiago se tensó y sacó su teléfono para llamar a Emilio.—Valeria se desmayó por dolor abdominal. Trae a un especialista en ginecología y espéranos en la entrada de emergencias.***En el hospital, Emilio colgó el teléfono con expresión grave. ¿Valeria estaba embarazada? Era urgente, no había tiempo para investigaciones. Emilio llamó a la directora Juár

Santiago se quedó inmóvil.Durante un tiempo, no pudo reaccionar. Muchos detalles del pasado aparecieron en su mente en ese momento, como fotogramas. Recordó la noche de año nuevo cuando ella dijo que se sentía mal, pero él pensó que estaba haciendo un berrinche y no le hizo caso...Pero, reflexionando, ya debía estar embarazada en ese entonces. Y también las veces posteriores, cuando Nicolás se le acercaba y ella se protegía el vientre...Su teléfono vibró en el bolsillo. Santiago sabía que era Mariana quien llamaba, pero en ese momento no tenía ganas de responder.Caminó con pasos pesados, uno tras otro, hacia la sala de emergencias. Emilio lo siguió por detrás. Cuando llegaron afuera de la sala de emergencias, Emilio dijo:—Aquel aborto la afectó bastante, su cuerpo nunca se recuperó. ¿Recuerdas que en Ghana se enfermó apenas llegó? Ya en ese momento me pareció extraño.Santiago miró las letras rojas que decían "Sala de Emergencias". Después de un largo rato, suspiró como si hubiera

—Voy a buscar a Santiago —Mariana tenía expresión nerviosa, los ojos rojos como si acabara de llorar—. Mamá, si no voy ahora, ¡a Santiago me lo va a quitar la señorita Núñez!—¿Qué está pasando?—Te cuento cuando regrese. Blas, prepara el auto. —Mariana le ordenó al chofer.Él fue al garaje a sacar el auto. Mariana se subió al vehículo. Viendo el auto alejarse, Amanda sintió que algo no estaba bien. Gritó a las empleadas que cuidaran bien al niño y entró a la casa.***En el hospital, oficina personal de Emilio.Santiago estaba parado junto a la ventana, con un cigarrillo entre los dedos, fumando en silencio.En realidad, no era muy adicto al cigarrillo, rara vez fumaba. Pero desde que entró, ya había fumado dos, ¡y habían pasado menos de diez minutos!Emilio no pudo soportarlo más. Cuando Santiago sacó un tercero y se preparaba para encenderlo, se acercó, le quitó el cigarrillo de un manotazo y lo tiró a la basura.—¡En el hospital no se puede fumar!Él arrugó la cara y le dirigió una

Apartó la mirada, se levantó y caminó hacia el segundo piso.Amanda había estado tanto tiempo en la habitación, ¿quién sabía qué estaba haciendo? A Mariana no le gustaba cuidar niños, especialmente en ese momento que Nicolás estaba muy revoltoso. ¡La tenía harta! Además, la boda se acercaba cada vez más. ¡El bebé de Valeria ya no podía seguir ahí!Tenía que deshacerse de él antes de la boda.Mariana llegó afuera de la habitación de su mamá. La puerta no estaba bien cerrada. Cuando iba a levantar la mano para tocar, escuchó voces adentro.—¡Alejandro! ¡Te dije que eliminaras a Valeria, pero tenías que confirmar conmigo el momento antes de actuar!Mariana se detuvo. ¿Alejandro? Ese nombre era familiar. A través de la rendija de la puerta vio a Amanda sentada en la cama, de espaldas a la puerta. Aunque no podía ver su expresión, por su tono podía darse cuenta de que estaba muy enojada.—¡Elegir actuar hoy arruinó todo! Valeria iba a tramitar el divorcio con Santiago hoy, pero tú... No te

Cuando Valeria llegó al estudio, Luciana le dijo que alguien había enviado más cosas.—¿Qué es esta vez? —preguntó ella.—Algunos suplementos, parece. Los puse todos en la mesa de centro de tu oficina.—Está bien.Valeria caminó hacia su oficina. Goldie estaba durmiendo en su cama para perros. Al percibir el aroma de Valeria, despertó, le ladró dos veces y se acercó meneando la cola. Valeria se agachó para acariciarlo.—Goldie, hoy estaré muy ocupada, juega solo.Él entendió, gimió suavemente dos veces, dio una vuelta alrededor de ella y regresó a su cama para acostarse de nuevo. A Valeria le encantaba su aspecto obediente e inteligente. Sonrió y le dijo a Luciana:—Dale una lata extra.—¡Perfecto!Goldie ladró dos veces, ¡diciéndole gracias! Valeria abrió la puerta de su oficina y vio la mesa de centro llena de varias cajas de regalo. Echó un vistazo general y vio que todos eran suplementos. Valeria buscó por todas partes, pero no encontró ninguna tarjeta.Obviamente no era de Carlos.