Al ver esa cara tan familiar, Celia se quedó petrificada por un instante. Había imaginado innumerables veces la posibilidad de que él siguiera con vida, pero ahora... allí estaba, frente a sus ojos.Cuando ella estuvo desmayada, él estaba a su lado… ¡No había sido una ilusión! ¡Él siempre había estado a su lado! Pero en ese momento, en vez de alegría, una oleada de rabia e indignación la invadió. Apretó los puños sin poder evitarlo.—¡Deja de hacer teatro! Ya lo viste antes, ¿no? —le dijo a Jacob, con voz cargada de exasperación.Jacob se atragantó, rascándose la cabeza con incomodidad, sin poder crees que tan mala hubiera sido su actuación. Celia giró sobre sus talones y regresó al dormitorio por su cuenta.—Señorita, él...Jacob no sabía qué hacer. ¿Debería echarlo o dejarlo entrar? La mirada de César se posó en él.—Quiero hablar con ella a solas.—Eso no me parece adecuado… Ella ha dicho que quiere verlo.—Te pagaré el doble.Jacob contuvo la respiración y, sin dudarlo, se hizo a u
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