—¡Hay policías de tránsito! —gritó el conductor.—Pasa por encima si es necesario —ordenó Mario.En el momento en que el auto se acercó al puesto de control, él bajó lentamente la ventanilla. Cuando los agentes se aproximaron, sacó su arma y disparó sorpresivamente. Con un estruendo, un agente, alcanzado por la bala, cayó al suelo. Antes de que los demás oficiales pudieran reaccionar, Mario disparó tres veces más.El auto, tras forzar el control, escapó por un camino secundario. Todos en el vehículo estaban aterrados, excepto Mario, quien aún permanecía impasible. En su calma incluso había un rastro de locura. Era una locura temeraria, ya no le importaba la vida.De pronto, un camión apareció en el cruce frente a ellos. El conductor, instintivamente, intentó esquivarlo y chocó contra una señal de tráfico. Un hombre bajó del camión. Su figura era esbelta y alta. Vestía overol y su cara estaba oculta por una gorra y un tapabocas, pero parecía bastante joven.Mario, furioso, salió del aut
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