El dolor en el pecho de Priya era tan fuerte que casi no podía respirar. Era como si supiera que debía resignarse, pero fuera incapaz de asumirlo.—¡Que no! ¿Por qué Alejandro no me quiere?Carlos sonrió un poco.—No te obsesiones. Cuando alguien te gusta, no hay razón alguna, es algo sin lógica. Y cuando no le gustas, es igual.Priya no era tonta. Aceptaba las palabras de Carlos y entendía que su negativa a ayudarla era, de algún modo, una forma de protegerla para evitar que sufriera.Pero el amor no correspondido lo sufría ella, y Carlos, como espectador, jamás podría entender de verdad su dolor.Aceptarlo y superarlo es difícil. Casi imposible.Priya decidió no insistir en el tema de olvidar a Alejandro, y preguntó en cambio:—Carlos, todavía no me has dicho, ¿quién era esa mujer?Si ella no podía tener a Alejandro, podía resignarse, pero con una condición: que él tampoco tuviera a quien amar.Ese era su consuelo.Si significaba que Alejandro no amaba a nadie, entonces ella lo acept
Read more