El tono de Sofía era muy sarcástico, imposible de ocultar.Diego le agarró fuerte la mano y, muy serio y tenso, dijo:—Hablas de una manera muy cruel.—Lo mismo digo —respondió, con total indiferencia—. No olvides que tú eras mucho peor.Diego siempre lograba lo que se proponía, pero en ese momento sintió, por primera vez, una impotencia profunda.Por fin entendía su locura en San Rafael: la Sofía dócil que le hacía caso ya no existía.¿De verdad la había perdido para siempre?La miró fijamente, a escasos centímetros, y descubrió algo devastador: por primera vez, sus corazones estaban demasiado lejos.Demonios... ella estaba allí, frente a él, con la mano todavía en la suya, pero sentía que jamás iba a poder volver a alcanzarla.Un miedo enorme lo invadió, junto con un deseo desesperado de fundirse con ella para no perderla del todo.Nunca se sintió tan mal.Con voz temblorosa, preguntó:—Sofía, ¿de verdad puedes soportarlo? ¿Puedes verme con otra mujer, casarme, tener hijos... y no se
Read more