Julián rompió el silencio para cambiar de tema.—¿Cómo vas a regresar? ¿Quieres que te lleve?—Vine en mi auto.Salimos del restaurante, él un paso detrás de mí. Cuando llegué a mi auto, le echó un vistazo, pero no dijo nada.—Bueno, ya me voy. De nuevo, gracias por hoy.Julián me abrió la puerta.—No tienes nada que agradecer. En serio, me da gusto ayudarte en lo que pueda.Lo miré. Tenía una actitud amable.—Nos vemos.Cerré la puerta, pero dio un golpecito en la ventanilla. La bajé. Apoyó una mano en el techo del auto y se inclinó ligeramente hacia mí.—Es muy difícil que coincidamos… Le insistí a Natalia para que me dijera dónde iban a comer. Lo que quiero decir es que, si te parece bien, ¿podríamos vernos de vez en cuando?—Me temo que no —respondí, rechazándolo.Bajó la mirada y sonrió.—Entiendo. Entonces voy a esperarte.A mí se me borró la sonrisa.—No me esperes. Nadie sabe qué va a pasar mañana. Mejor vamos viendo sobre la marcha, pero por favor, no me esperes.—¿Y si yo qui
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