Por más que Bruno gritara detrás, el auto no se detuvo ni un segundo, al contrario, aceleró hasta volverse apenas un punto negro en la distancia.Solo cuando la silueta desapareció por completo en el retrovisor, Diego bajó la velocidad.Julieta lo miró de reojo, con sospecha:—¿Y ahora por qué manejas como loco? ¿Se te olvidó que la muerte no corre prisa?Diego no respondió a la ironía. De pronto, lanzó la pregunta:—Si Bruno viniera a buscarte, llorando, arrepentido, rogándote volver... ¿Le dirías que sí?El ceño de Julieta se frunció como si hubiera oído algo repulsivo, pero respondió con seriedad:—No. Ni muerta.Solo de pensar en lo que Bruno le había hecho, un escalofrío le recorría el cuerpo. Todavía se despertaba en medio de la noche, aterrada, deseando de verdad haberse consumido en aquel incendio antes que seguir soportando esas memorias que la laceraban una y otra vez.Diego captó la firmeza en su mirada y, sin querer, se le dibujó una leve sonrisa en los labios.Julieta lo d
Read more