En el veintiocho cumpleaños de mi esposo mafioso, Mateo, preparé con mis propias manos su pastel favorito de mango.Pero al llegar al salón de fiestas con el pastel, vi a su amiga de la infancia, Estela, ofreciéndole vino con intimidad.Todos gritaban con entusiasmo:—¡Un beso! ¡Un beso!—¡Jefe, esta es tu oportunidad! Siempre lamentaste no haberte casado con Estela. ¡Ahora es el momento perfecto!Entre risas y empujones, la multitud se arremolinaba a su alrededor. Mateo, acorralado contra la pared, protegía a Estela entre sus brazos.Estela, con las mejillas encendidas, jugaba con la copa, rozándola contra su rostro.—No hagas esto, Clara podría ponerse celosa. Ella es la esposa de Mateo.Mateo bajó la mirada, y en sus ojos descubrí una ternura que jamás me había dedicado.—Estela, en realidad, el jefe siempre ha estado enamorado de ti. Esa mujer no es más que un reemplazo. Cuando regreses, no habrá lugar para ella. ¡Solo tiene que dar el sí y en un par de días la echaremos a patadas!
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