LOGINEn el tercer mes de mi embarazo, la amiga de la infancia de mi esposo mafioso regresó. Todos decían que si no hubiera sido por la repentina partida de Estela García tres años atrás, nunca habría sido yo la esposa de Mateo Pérez. Ahora que Estela había vuelto, debía cederle mi lugar. Evidentemente, Mateo pensaba lo mismo. Consintió que Estela me lastimara una y otra vez, y hasta mi hijo se convirtió en una víctima de su amor. Desesperada, tomé la decisión de marcharme y poner fin a toda relación con Mateo. Pero cuando desaparecí por completo de su vida, ese hombre comenzó a buscarme por todas partes como un loco.
View MoreDespués, Mateo siguió llamándome varias veces con diferentes números, pero los bloqueé todos.Sin embargo, Julio me contaba las noticias que llegaban de él en el país.Me dijo que Mateo quería venir a buscarme a Maldivas, pero su posición era especial y le resultaba complicado salir del país.Pero cuando estaba superando todos los obstáculos para venir a buscarme, sus enemigos lo encontraron.Resulta que, en el pasado, había atormentado a Estela hasta hacerle la vida imposible. Después de escapar, Estela, impulsada por el odio hacia Mateo, se unió a los Hernández, sus enemigos, y les proporcionó muchos datos secretos de Mateo.Después de obtener esta información, el líder Hernández comenzó a atacar las industrias de la familia Mateo, debilitándola enormemente.—En la última pelea, Mateo resultó gravemente herido y perdió una pierna. No creo que tenga otra oportunidad de venir a buscarte. —dijo Julio con un suspiro.Al fin y al cabo, se conocían, y le dolía que su amigo sufriera estos p
En ese momento, me encontraba tomando el sol en una playa de las Maldivas.El paisaje era hermoso. Nunca había visto el mar. Me encantó desde el primer momento.Aunque la pérdida de mi bebé me había dejado devastada, al llegar aquí, todo se había aclarado.El instructor se preparaba para llevarme a hacer esnórquel, pero mi teléfono no paraba de sonar.Al ver el identificador de llamadas, supe que Mateo había conseguido mi nuevo número y que, sin duda, ya había visto los papeles del divorcio. También debía saber que nuestro hijo se había ido.Sin querer hablar con él, colgué la llamada.Mateo, sin rendirse, siguió llamando una y otra vez.—Parece urgente. Contesta la llamada. Te esperamos para bucear. —el instructor me apremió.Respiré hondo. Pensé que era mejor aclarar algunas cosas, así que contesté el teléfono.—¿Hola?—¡Clara! ¡Por fin contestas!La voz angustiada de Mateo llegó desde el otro lado de la línea. Parpadeé, sorprendida.En todos estos años, creo que era la primera vez q
—¿Por qué no la operaste? ¿Por qué la dejaste abortar?Mateo agarró del cuello al Doctor Ace, con los ojos inyectados en sangre, fuera de sí.Este, con el cuello aprisionado, se puso rojo y le costaba respirar. Con gran esfuerzo, logró explicar:—¡Usted me dijo que era una impostora! ¡Que no le hiciera caso! Si hubiera sabido que era su esposa, ¡jamás la habría abandonado!—¿Quién te dijo que no la atendieras? ¡Era mi esposa! —gritó Mateo, su voz desgarrándose de rabia.—Fue... fue su asistente quien me lo dijo. La llamé a usted, y ella fue quien contestó.El Doctor Ace sacó su teléfono a toda prisa para mostrarle su registro de llamadas.Al ver todo aquello, Mateo comprendió la verdad.Giró la cabeza y miró a Estela, con una furia aterradora.Estela, aterrorizada, había aprovechado la discusión para tomar su bolso y prepararse para huir.Pero Mateo la agarró del cabello y la estrelló contra la pared.—¿Por qué mataste a mi hijo? ¿Por qué hiciste que el Doctor Ace lo dejara morir?La s
Al ver a Mateo, Estela se bajó de la cama a toda prisa y corrió hacia él.—¡Mateo, has venido!—¿No habías tenido un accidente de coche? —Mateo la miró de arriba abajo, sorprendido.—¡Sí! —Estela hizo un puchero y señaló la tirita que llevaba en la frente—. ¿No lo ves? Me golpeé la cabeza. ¡Me duele mucho!Mateo miró la pequeña tirita en su frente y luego al médico, que parecía bastante incómodo.Entonces se dio cuenta de que lo habían engañado.—¿Por qué me mentiste?—¿Mentirte? ¡De verdad tuve un accidente! ¡Estoy herida!Estela se percató de que algo no andaba bien en Mateo. Antes, si se enteraba de que estaba herida, habría corrido a buscarla de inmediato.Hoy, incluso tuvo que pedirle al médico que dijera una pequeña mentira para engañarlo y que viniera.—¿No dijiste que estabas inconsciente? ¿Que estabas muy grave? Solo es un rasguño. ¿Me hiciste venir por esto?Mateo se acercó a ella, con un tono amenazante.Estela se asustó y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.—Solo qu






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