Desde donde estaba, Luisa solo alcanzó a ver que Alejandro se ponía de pie de golpe, con el gesto helado, hablando rápido.La señorita que lo enfrentaba —Sofía Miranda—, alterada, le sujetó la muñeca.Al ver ese contacto, a Luisa se le instaló una incomodidad rara en el pecho.Antes, cuando miraba a Fernando halagar a Lucía, solo sentía que se le partía el alma y se preguntaba en qué había fallado para que él la odiara.Ahora, viendo a Alejandro tan cerca de otra mujer, se le vinieron a la mente escenas de los últimos días: su tono que la tranquilizaba, la seriedad de sus ojos en el auto, el abrazo cálido de la boda…Se levantó sin pensarlo y, ante la mirada atónita de Fernando, salió del escondite y caminó directo hacia ellos.***Cuando Luisa apareció, Alejandro se quedó un segundo paralizado. No había pánico en sus ojos; en cambio, Sofía la miró con abierta hostilidad.Alejandro le lanzó a Luisa una mirada de calma y, luego, se volvió hacia Sofía con el semblante duro.—Señorita Mir
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