Empapada y con el aire helado de la noche pegado a la piel, Luisa tuvo fiebre alta durante tres días.Apenas se sintió mejor, le llegó un mensaje de la cuidadora: Pedro Benítez, que había estado en coma, había despertado.Con su padre, Luisa tenía sentimientos encontrados. Durante el embarazo más delicado de María Benítez, él la engañó y llevó a casa a la hija nacida fuera del matrimonio, lo que —a la larga— la llevó a la tumba. Por eso, Luisa supo que nunca podría perdonarlo.Sin embargo, tras la muerte de su esposa, Pedro, corroído por la culpa, envió a Lucía lejos y no permitió que se cruzara con Luisa hasta que fue adulta. Y durante esos años la colmó de compensaciones materiales: a la menor petición, Luisa lo tenía todo.Como pronto dejaría Bahía Sur, de todos modos fue al hospital.***En la habitación silenciosa ya había una intrusa.Lucía estaba junto a la cama, mirando a Pedro desde arriba, con una sonrisa helada y burlona.—¿Esperando a Luisa? Qué lástima: ahora mismo no debe
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