Calling Chica

Mi esposo, el jefe de la mafia, pierde a su primer amor por suicidio. Celeste Reyes no podía aceptar que se casara conmigo. Desde entonces, Darius Sterling la llora públicamente todos los días, y nos convertimos en esa clase de pareja que se desprecia más que a nadie. Sin embargo, cuando la familia Moretti de Eastbourne envía asesinos tras de mí, Darius recibe la bala que estaba destinada a mí. La bala estaba envenenada. Mientras yace débilmente en mis brazos, susurra: —Te he salvado la vida. Mi deuda con tu madre está saldada. En nuestra próxima vida, no volvamos a encontrarnos. Ya no quiero odiarte. Solo espero que siempre seas la chica de al lado. Ahora es mi momento de estar con Celeste. Y así como así, muere en mis brazos. Lloro con todas mis fuerzas, pero Darius no vuelve a mirarme. Solo entonces me doy cuenta de lo tonto e infantil que ha sido nuestro odio durante todos estos años. Más tarde, después de eliminar a los Moretti, me quito la vida por él. Sin embargo, cuando vuelvo a abrir los ojos, tengo 20 años, el año de nuestro compromiso. Rechazo el plan de mi padre de un matrimonio concertado y decido ir a New Verden a gestionar el negocio familiar. Esta vez, me mantendré lejos de Darius y le daré a él y a Celeste mis bendiciones.

When my best friend and I realized we had been reborn and traveled back several decades, we locked eyes, collapsed into each other's arms, and sobbed, shouting that we wanted to break off our engagements. The entire neighborhood whispered that we had lost our minds. But only we knew the truth. In our past lives, this was the day everything was sealed: she married a battalion commander, Ned Stark, and I became the wife of a high school teacher, Robbie Stark. My husband betrayed me. For the sake of that pretentious whore, Scarlett Wheaton, he stole my university admission letter and let her take my place on campus. The world mocked me as a failure, and Robbie stood by in silence. After we married, every time he touched me, he would immediately write another love letter to Scarlett—atoning for his supposed guilt. "Scarlett, even if I can't be with you in this life, my soul will always belong to you alone." Even my own child despised me, calling me an ignorant village woman, urging me again and again to divorce so that his father could be with his "true love," Scarlett. And my best friend, Rachel Croft—born the daughter of a factory director—was tricked by her husband, Ned, under the pretense of buying a house. He drained her savings and her wages for twenty long years. It wasn't until she fell gravely ill and went to sell the house that she discovered the deed he had given her was a forgery. The real house—the one paid in full—was in Scarlett's name. One of Scarlett's dresses cost more than my friend's entire monthly salary. When Rachel begged to reclaim what rightfully belonged to her, she was met only with contempt from Ned and her child. "All you ever care about is money. You're nothing like Scarlett, who isn't materialistic at all. Your illness is retribution," Ned had said. "Exactly. Only someone as noble and kind as Scarlett deserves to be my mother!" her child had said. Rachel and I both spent our lives working ourselves to the bone, only to end with nothing—dying bitter and broken from the injustice. But this time, fate has given us another chance. I will go to university. Rachel will become a wealthy woman. This time, without us paving the way, those shameless men and that wretched woman think they can still live happily ever after? Dream on.

La vidente profetizó que yo me uniría con el Alfa y daría a luz al heredero más fuerte de la manada. Por eso, desde pequeña ya estaba decidido que me casaría con el Alfa, para que en el futuro pudiera convertirme en la Luna. Sacrifiqué toda mi juventud: sangré, luché y soporté. Cada sonrisa, cada paso, cada respiro… todo fue para convertirme en la Luna perfecta. Pero, ¿qué era lo que realmente estaba esperando? El día de la ceremonia de parejas, Guillermo apareció acompañado de una chica embarazada de sangre Omega: Luisa. Frente a todos, Guillermo anunció que, durante una cacería, ella había ingerido por accidente una hierba venenosa, quedando embarazada. Él debía asumir la responsabilidad y casarse con Luisa, para que ella se convirtiera en la nueva Luna. Al ver su expresión, firme e indiscutible, mi voz tembló al preguntar: —¿Y yo? ¿Qué voy a hacer? Él, sin dudar ni un instante, respondió de inmediato: —Susan, por esa profecía usurpaste el lugar de la futura Luna, disfrutando demasiado tiempo de un privilegio que no te correspondía. Ahora debes ceder tu lugar. —Pero no te preocupes porque te expulse. Mientras continúes siendo la sirvienta de Luisa para expiar tu culpa, podrás seguir a mi lado por siempre. Todo quedó en silencio; su mirada era como una montaña aplastándome. Yo no tenía reacción ni podía pedir nada; solo pude quitarme lentamente el velo y devolver el anillo de compromiso que simbolizaba a la futura Luna. Cuando el hijo de Luisa nació, era únicamente de sangre Omega. Fue entonces cuando Guillermo comprendió que la profecía era cierta: solo yo podía engendrar al Alfa destinado a liderar el linaje. Pero cuando él se arrepintió y me pidió que regresara, ya era demasiado tarde. Yo ya me había comprometido con el Rey Alfa; ya no le pertenecía.