Su Máxima Prioridad
Mi amigo de la infancia me había prometido que, al graduarnos de la universidad, se casaría conmigo.
Pero el día de nuestra boda llegó tarde y, cuando por fin lo encontramos, estaba en una cama de hotel, enredado con mi hermanastra, Viviana Torres.
Ante todos los presentes, fue el heredero del hombre más rico del país, Sebastián Fuentes, quien dio un paso al frente y declaró, sin reservas, que yo había sido la mujer que amó en secreto durante muchos años.
Llevábamos cinco años de matrimonio. Cada palabra que alguna vez dije, Sebastián la guardó en su corazón.
Yo creía, de verdad, que era la persona que él más valoraba en el mundo.
Hasta que un día, mientras hacía los quehaceres de la casa, encontré por accidente un documento confidencial oculto en el fondo de su escritorio.
La primera página era el currículum de Viviana Torres.
Sobre él, escrito de su puño y letra, se leía:
“Atención prioritaria. Por encima de todo.”
Luego venía un expediente médico que nunca había visto.
La fecha correspondía exactamente a la noche en que sufrí aquel accidente automovilístico.
Esa vez fui llevada al hospital perteneciente al Grupo Fuentes, pero la cirugía nunca llegaba.
Cuando desperté, el bebé que llevaba en mi vientre ya no estaba conmigo, perdido por la hemorragia.
Lloré hasta quedarme sin voz en los brazos de Sebastián, pero jamás le conté la verdad.
No quería causarle más preocupación.
Pero ahora lo sé: esa misma noche Viviana también resultó herida, y la orden que Sebastián envió al hospital fue:
“Movilicen a todos los especialistas. Prioridad absoluta para Viviana Torres.”
Las lágrimas se filtraron entre las páginas, borrando parte de la tinta.
“Si no soy tu máxima prioridad, entonces desapareceré de tu mundo.”