La Mujer que Quemó Su Pasado
Durante mi recuperación después del parto, mi esposo, Rubén Gutiérrez, llegó a la casa tambaleándose, borracho perdido. Venía con varios que lo sostenían... y con una mujer.
Terminó vomitando por toda la sala, y yo, sin decir una sola palabra, me quedé a su lado cuidándolo toda la noche.
Jamás imaginé que, al amanecer, lo primero que saliera de su boca fuera:
—Está embarazada. Mejor nos divorciamos.
No lloré, no grité. Solo asentí con calma.
En otra vida, recuerdo haber corrido desesperada por la calle, con mi hija en brazos.
Esa mujer pronto se ganó la fama de "fácil" en el pueblo, y hasta la echaron de su casa. Acorralada, terminó lanzándose al río.
Rubén, por sus escándalos, perdió el trabajo.
Y aun así, nunca me culpó de nada.
Cuando nuestra hija cumplió un mes, Rubén encendió una hoguera enorme en el jardín... y nos quemó vivos: a mí, a la niña y a mis padres.
Antes de que todo se apagara, alcancé a ver su cara desfigurada por el odio.
—¡Bájense al infierno! —gritó—. Váyanse a acompañar a Mariana.
Y entonces, al abrir otra vez los ojos, me encontré de vuelta en el mismo instante exacto en que me dijo que quería divorciarse.