Me Convertí En El Tesoro De Otro
Mi hermano adoptivo Mateo Alves y yo mantuvimos un romance secreto durante diez años.
El día que decidimos hacerlo público, él recibió una misión de infiltración en Kinsyn, una tarea casi suicida.
La noche antes de partir, me abrazó y prometió:
—Si regreso con vida, te haré una boda espléndida, nunca nos separaremos.
Por él, rompí con mi familia.
Esperé como una tonta, convirtiéndome en el hazmerreír de toda la alta sociedad.
Tres años después, él regresó.
Pero volvió desacreditado, cargado de deudas, arrodillándose ante mi padre como un pobre insecto.
Dijo con palabras firmes:
—Papá, le prometí a Antonella cuidarla el resto de su vida.
Detrás de él, una chica llamada Antonella Flores se escondía con las manos apretadas sobre su vientre embarazado.
Mi padre me miró instintivamente.
Todos esperaban que enloqueciera, que armara un escándalo, pero solo sonreí y acepté en el acto el anillo de compromiso que me ofreció ese heredero decadente y fracasado.
El día del banquete de compromiso, Mateo estrelló su auro contra la entrada.
Empuñando una pistola, rugió:
—¡Ximena Silva, si te atreves a casarte, lo mataré!