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Capítulo 7

Auteur: Galletita Dulce
Cuando terminó la reunión, casi todos ya se habían ido, felices con la noche.

Solo quedaba Ivana, la de cabello corto hasta los hombros, con su chaqueta de cuero de siempre y esa actitud ruda de chica fuerte del grupo. A pesar de eso, en el fondo, era de lo más dulce y se la pasaba abrazando a Lorena para pedirle mimos.

Ahora no dejaba de agarrarle el brazo, negándose a soltarla.

—¡Ay, Jefa, no me dejes! Llévame contigo. Te lo juro, cada día sin verte siento que el mundo se me viene abajo.

Lorena, sin poder evitarlo, le dio un golpe suave en la frente.

—¿Pero qué te pasa, ya estás grandecita para esas cosas?

—Bueno, al menos soy más joven que tú.

—Sí, sí, eres más joven que yo. Así que la próxima vez que tengas un lío, acuérdate de llamarme.

Ivana la miró con los ojos brillantes de lágrimas que intentaba ocultar.

—Jefa, esa amiga tuya no me da buena espina, ten mucho cuidado con ella —se acercó en voz baja.

—Lo sé —Lorena asintió con seriedad.

—No lo tomes a la ligera.

—No soy ninguna tonta.

—Ya sé que no, eres muy inteligente, pero a veces no se puede evitar que la gente cercana te traicione.

Ivana tenía toda la razón. Muchas veces, las personas que están cerca nos ciegan.

Cuando Lorena se despidió de Ivana, Selena también salió.

Ella pagó la cuenta al final, peleándosela con Lorena.

Pero, con los cien mil dólares de bono que Lorena acababa de repartir, ¿qué sentido tenía que ella se hiciera cargo de eso?

—Lorena, ¿vas a tomar un taxi para irte? —preguntó Selena, acercándosele.

Lorena la miró, levantando una ceja.

—Tú no tomaste nada de alcohol esta noche, ¿verdad? Cuando brindaste, tu copa estaba llena de agua.

Selena titubeó.

—Yo... no tenía ganas de beber.

—No me engañas, algo me estás ocultando.

—¿Qué podría estar ocultando?

—¿Será que estás embarazada?

Selena se quedó paralizada, sin saber cómo reaccionar.

Lorena la miró con una sonrisa desafiante y dijo:

—¡Estás embarazada! ¡Acepta!

—Yo...

—¿Vas a seguir ocultándome la verdad?

Selena, con la cara roja, empezó a explicarse rápidamente.

—Yo... quería contártelo, solo que no encontraba el momento adecuado.

Lorena bufó, fingiendo indignación.

—Ya no hay excusas. Me tienes que decir la verdad, ¿quién es el papá del bebé?

Selena bajó la cabeza.

—No importa quién sea el padre.

—¡Claro que sí importa! —dijo Lorena, sabiendo perfectamente que Selena trataba de cubrirse con mentiras.

Finalmente, Selena soltó un suspiro y admitió:

—Bueno... el padre es Manuel.

Lorena la miró fijamente. Manuel era el exnovio de Selena. Para intentar engañarla, de verdad no tenía límites.

—¿Manuel? Pero ustedes cortaron hace tres años.

—Sí, nos encontramos hace poco y terminamos en un hotel. Fue un error.

Lorena se quedó callada un momento. Luego, llena de furia, levantó la mano y le soltó una bofetada tan fuerte que resonó.

—¡Tú...! —Selena se cubrió la cara, totalmente sorprendida y fuera de sí.

—¿Qué crees que estás haciendo? —le gritó, atónita.

—¿Y tú qué pensabas? Yo me fui de viaje y me encontré con Manuel... ¡y él ya está casado! —Lorena habló con rabia—. ¿Te metiste con un hombre casado?

—¡Yo...! —Selena parecía completamente perdida.

—¿De verdad no tienes vergüenza? ¿Cómo puedes hacerle esto a otra familia?

—¡Yo no sabía! —Selena trató de defenderse.

—¡Estoy tan decepcionada de ti! —dijo Lorena, golpeándola con sus palabras. Caminó hacia la puerta, dejando a Selena helada.

Al salir, se subió al taxi, mirando por el retrovisor a Selena, que aún se sostenía la cara, claramente dolida y humillada.

Lorena sonrió con sarcasmo y le pidió al taxista que la llevara por la parte de atrás del hotel.

Al llegar, vio a Selena parada afuera. No tardó mucho en que un Bentley negro se detuviera frente a la entrada, y de allí se bajó Paulo. Selena, apenas lo vio, corrió hacia él y se le tiró a los brazos a llorar.

No podía escuchar lo que decían, pero Paulo la abrazó con ternura, estrechándola contra su pecho.

Lorena, al ver la escena, sintió un pequeño pinchazo en el pecho, pero lo superó enseguida. Al final de cuentas, ella había amado a Paulo y pensaba que Selena era su mejor amiga.

No era fácil digerir una traición de tal magnitud, pero sabía que la vida debía seguir.

Para ella, siempre fue una ley: lo que va, regresa. Si no conseguía lo que se merecía, o incluso si la traicionaban, iba a luchar por lo suyo.

Respiró profundo, se levantó y caminó hacia la puerta, observando a la pareja que, obviamente, ni se percataba de que ella los tenía en la mira.

—¿Mi amor? —dijo Lorena, con voz firme.

Ambos se quedaron petrificados. Paulo reaccionó rápido y empujó a Selena, quien tropezó hacia atrás.

—¿Qué es lo que está pasando aquí? —dijo Lorena, con la voz quebrada, mostrando incredulidad, como si no entendiera absolutamente nada.

—Yo solo vine a recogerte. Pero la vi en la entrada y estaba llorando... solo quise darle un abrazo para consolarla.

—¿Solo la abrazaste? —Lorena lo miró fijamente, levantando una ceja.

Paulo se acercó a ella y, en voz baja, dijo:

—Ella se me tiró encima. Estaba a punto de quitarla, pero justo en ese momento tú saliste.

—¿En serio?

—¿No confías en mí?

Lorena guardó silencio por unos segundos antes de responder, con calma.

—Claro que confío en ti, pero también confío en Selena.

Se acercó a ella y le tomó la mano.

—Te di esa bofetada porque quería que abrieras los ojos. No quería que te metieras en problemas, no quiero que seas la otra. ¿Me entiendes?

Selena, todavía con la cara roja por la bofetada, no pudo hacer más que asentir.

—Yo... no sabía que estaba casado. Si lo hubiera sabido, no lo hago.

—Mira, lo sé. Yo también reaccioné impulsivamente. No pasa nada. Tú eres una buena tipa, solo te agarró despistada. Yo te conozco. Eres súper honesta, súper correcta... ¿cómo ibas a ser tan baja? El culpable es Manuel, ese hombre es un canalla. Casado y de buscona, ¡qué barbaridad!

Lorena siguió hablando sin parar, con ese tono irónico que dejó a Selena hecha un trapo de la vergüenza y a Paulo realmente incómodo.

—¿Vas a tener al bebé? —preguntó Lorena, mirando fijamente a Selena.

—¿Qué?

—¿Vas a quedarte con él?

Selena miró a Paulo de reojo antes de responder en voz baja.

—Sí, voy a tenerlo.

Lorena abrazó a Selena con ternura.

—Mira, como tu mejor amiga, cuentas conmigo para lo que sea, decidas lo que decidas. Si decides tenerlo, voy a estar a tu lado en todo, desde las citas médicas hasta después de que nazca, lo que te haga falta.

—Muchísimas gracias, Lorena.

—Y sabes qué, voy a ser la madrina de tu bebé.

—¿Qué?

—Sí, y Paulo será el padrino. ¡Es una idea genial, ¿no crees?!

Lorena seguía con su tono animado, mientras que Paulo y Selena sentían que la tensión crecía sin control.

Ambos sonreían nerviosamente, tratando de disimular su incomodidad.

Lorena, con una sonrisa, empujó a Selena hacia el auto. Ella se sentó en el asiento del copiloto mientras Paulo tomaba el volante.

Al principio, Paulo se veía tenso, pero se fue relajando de a poco. Al fin y al cabo, los tres ya habían viajado juntos antes. Este tipo de cosas ya era pan comido para él.

Selena, por su lado, se adaptó rápidamente. Incluso empezó a sentir celos de Lorena, al ver que ella ocupaba el asiento del copiloto.

Ella era la esposa de Paulo, ese lugar le tocaba a ella, pero en ese momento, Lorena actuaba como si nada, riendo y charlando con ellos durante el trayecto.

Sin embargo, cuando el auto se detuvo en un semáforo, Lorena se agachó, recogió algo del suelo y su expresión cambió de inmediato.

—¿De verdad dejaste que otra mujer se sentara aquí? ¿Me estás poniendo el cuerno con alguien más? —dijo, levantando un lápiz labial con furia y mostrándoselo en la cara.
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