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Capítulo 9

Author: Félix Soan
Cuando Lucía abrió los ojos, ya estaba en el hospital.

La habitación estaba vacía. Solo ella.

Desde el pasillo, se oían pasos apresurados de enfermeras y voces entrecortadas:

—¿Supiste? ¡La esposa de Julián está por dar a luz!

—¿En serio? ¿No que ella no podía tener hijos? Siempre estaba yendo al médico, probando tratamientos, fertilización in vitro y todo eso.

—No tengo idea, pero parece que está de parto. Escuché que fue prematuro. ¡Julián está vuelto loco!

—Ese hombre sí que la ama. Sabiendo que no podía tener hijos y aún así se casó con ella. Por fin se le hizo, ¿no? Va a ser papá.

Lucía cerró los ojos lentamente.

"¿Luna va a dar a luz? ¿No estaba apenas de ocho meses?", pensó.

De pronto, su celular comenzó a sonar.

Al contestar, la voz furiosa de Julián rugió por el auricular:

—¡Lucía! ¿Dónde estás? ¡No me importa dónde estés, ven al hospital ahora mismo! ¿Sabes qué has hecho? ¡Por tus estupideces, Luna tuvo un parto prematuro! ¡Si al bebé le pasa algo, juro que no te lo perdono!

—Tienes diez minutos. Ven aquí y pídele perdón. Si no, nos divorciamos.

Click.

Antes de que Lucía pudiera responder, la llamada ya había terminado.

Ella se quedó mirando la pantalla que poco a poco se oscurecía.

El corazón dolía tanto que no podía decir ni una sola palabra.

Fue entonces cuando entró el médico.

—¿Señora Lago? ¿Cómo se siente? Si no fuera porque su empleada la trajo a tiempo habría muerto.

Lucía se incorporó con dificultad.

—Doctor, ¿qué me pasó? ¿Por qué sangré tanto? No puede ser que yo...

—Lo siento mucho, señora Lago. Hicimos todo lo posible, pero no pudimos salvar al bebé. El tratamiento de fertilización in vitro del mes pasado fue exitoso. Lamentablemente, llegaste demasiado tarde; de lo contrario, aún habría sido posible salvar al bebé.

—¿Qué... dijo?

Sus labios temblaban.

Sus ojos se llenaron de una desesperación muda, y las lágrimas comenzaron a caer sin control.

—¿Mi bebé... se fue?

—Sí. Y además, usted ya tenía muchas dificultades para concebir. Después de esto... Lo lamento, señora Lago. Le recomiendo que avise a su esposo. Su recuperación requerirá tiempo, y sería mejor que él la acompañara.

El teléfono no paraba de vibrar.

Lucía bajó la vista y vio los mensajes de Julián.

"¿Dónde estás? ¿Por qué no has llegado?"

"¿De verdad necesitas que te diga que me divorciaré para que aparezcas?"

"Me decepcionas, Lucía. Si le pasa algo al bebé de Luna, no quiero volver a verte."

Sus labios resecos permanecían sellados.

Todo su cuerpo temblaba.

Contuvo el llanto en el fondo del pecho y marcó un número.

—¿ Lluvia? ¿Podrías venir al hospital a buscarme?

Necesito tu ayuda con algo importante.

Cuando Lluvia Ramos llegó a recogerla, Julián Lago estaba caminando de un lado a otro frente al quirófano.

Seguía llamándola, enviándole mensajes.

Ella no respondía.

Hasta que, finalmente, apagó el celular.

Él, furioso, estaba por estallar, cuando apareció el médico de Lucía.

—¿Señor Lago? Qué raro verlo por aquí. Justamente iba a buscarlo para hablar sobre su esposa.

—Señor Lago...

Pero en ese momento, la puerta del quirófano se abrió bruscamente, interrumpiéndolos.

Un médico salió con una sonrisa profesional.

—Señor Lago, ¡felicidades! Ambos están bien. Puede estar tranquilo.

—¿De verdad? ¿Un niño o una niña?

—Un niño. Ya tienen heredero para la familia Lago. La señora ha sido trasladada a su habitación. Puede ir a verla.

Sin decir nada más, Julián se dio la vuelta y se alejó rápidamente.

El médico de Lucía lo miró irse, frunciendo el ceño.

—¿Un hijo? ¿De la señora Lago? No puede ser. Pero si la señora Lago perdió al bebé. ¿Entonces... qué está pasando? ¿Hay... dos señoras Lago?

Julián se detuvo en seco.

Giró bruscamente y miró al médico, con el rostro tenso.

—¿Qué dijo? ¿Quién perdió al bebé?
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