Share

Capítulo 2

Author: Luna Serena
Instintivamente, Adrián quiso quitarme los documentos de las manos, pero di un paso al lado y se los esquivé.

—De todas formas, se los entregaré al comandante para que los archive. Tú siempre estás ocupado; yo misma puedo hacerlo —dije con naturalidad.

Pero él me lanzó una mirada de desconfianza.

—¿Qué te pasa hoy?¿Te has vuelto loca?… Olvídalo , haz lo que quieras.

Me limité a sonreír, sin decir nada. Probablemente sí estaba loca. Porque después de revivir en esta vida, por fin era capaz de perdonarme y dejarlo ir.

Al subir al coche, ninguno de los dos dijo una palabra. Tal vez esa calma lo incomodaba. Tras carraspear un par de veces la garganta, para mi sorpresa, fue él quien rompió el silencio.

—He… escuchado que esta noche el grupo artístico dará un espectáculo. Si no hay nada que hacer en el equipo, puedo llevarte a verla.

Lo miré sorprendida. En la otra vida, sería yo quien había propuesto ir. Y él, con los labios apretados y el ceño fruncido, había respondido con impaciencia:

—Me casé contigo solo porque mis padres me han obligado, no para enamorar ni para cortejarte. ¡Más te vale recordarlo!

Por eso esta vez me mantuve en silencio. Al verme perdida en mis pensamientos, su rostro reflejaba incomodidad y algo de desagrado. Así que rápidamente dijo:

—Si no quieres ir… está bien…

—¡Voy! —lo interrumpí—. Por supuesto que voy.

Al ver que no podía esconder mi sonrisa, Adrián quiso decir algo, pero al final no dijo nada y solo arrancó el coche en silencio.

—Entonces espérame después de cenar… —empezó a decir, pero fue interrumpido. Un miembro del grupo artístico corrió hacia el coche, visiblemente nervioso y alarmado.

—¡Algo pasó, Capitán Rivas! ¡Clara tuvo un accidente!

El coche frenó de golpe.

—Voy a ver que pasó. Tú regresa a casa. —dijo Adrián

Yo le contesté suavemente —Está bien, ve rápido.

Sin embargo, a pesar de su evidente preocupación, al escuchar mi respuesta tan calmada, Adrián se quedó rígido por un instante, se volteó lentamente hacia mí, con sorpresa.

—¿Tú… no sientes celos?

Un amargo sabor inundaba mi corazón. Pero si los celos hubieran servido de algo, ¿cómo habría desperdiciado diez años de mi vida en el pasado?

Pero antes que pudiera responder, él me advirtió con frialdad.

—No importa que trucos intentes, te aconsejo que los controles un poco.

Y se dio vuelta, marchándose con prisa, sin notar ni un poco el dolor y la tristeza que se dibujaba en mis ojos.

En mis dos vidas, nunca había impedido que Adrián mostrara su afecto por Clara. Yo sabía que eso era algo que no podía esperar que él me diera.

En ese momento, volví sola a casa. Al abrir la puerta, la mamá de Adrián, que vivía justo al lado mío, escuchó que había llegado y salió a recibirme con entusiasmo.

—Mía, ¿ya llegó la aprobación del grupo?

Luego miró detrás de mí y frunció su rostro, me preguntó:

—¿Y Adrián? ¿Ese mocoso no volvió contigo?

Me limité a solo sonreír, y decir que tenía asuntos urgentes que atender en su equipo.

Su madre, inmediatamente frunció el ceño.

—¡Ese mocoso! ¿Su trabajo es más importante que cuidar de su esposa? Cuando vuelva me encargaré de él.

Su padre negó con la cabeza resignado:

—Ese chico se está volviendo cada vez más insoportable. Mía, no te enojes con él.

Al verlos juntos, sentí como se me oprimía el pecho. Durante diez años, nunca había vuelto a presenciar una escena así de cálida. Si no fuera, porque en el pasado Adrián se enemistó conmigo y con ellos, a causa del matrimonio forzado, entonces siempre me habrían tratado como a una hija.

Quise contarles la verdad, pero no podía encontrar las palabras. Finalmente, tomé la mano de su madre y le dije en voz baja:

—Tía, gracias por cuidar de mí todos estos años. También gracias a usted, tío. Prometo que siempre se los agradeceré.

Su madre sonrió, y reprochándome dulcemente:

—Ni se te ocurra hablar de ‘deber’ o ‘retribuir’. Que te cases con mi hijo ya me hace muy feliz.

No dije nada más, solo apreté su mano con fuerza. En esta vida, yo ya no era la esposa de Adrián. Así él podría dejar de sacrificarse por mí, y podía perseguir a quien realmente amaba y vivir libremente.

Y sus padres no cargarían con el remordimiento de obligar a su hijo y separarlo de quien realmente amaba.

Al caer la tarde, con las entradas en la mano, llegué al teatro. Pero hasta que terminó la función, Adrián no apareció. Supe entonces que, una vez más, había faltado a su promesa.
Continue to read this book for free
Scan code to download App

Latest chapter

  • En esta vida no tengo corazón para amar   Capítulo 10

    Hablé con calma.—Entre nosotros nunca hubo matrimonio, ni ningún tipo de relación. Capturarme no les servirá de nada. —Heh, maldita, todavía te atreves a negarlo —dijo uno de los hombres con una sonrisa burlona—. Tenemos una informante, y ella nos dijo que tú eres la persona que más ama Adrián. Hoy quiero ver hasta dónde puede llegar el Capitán Rivas por la mujer que ama. La historia parecía repetirse. Intenté resistirme, pero fue inútil. Solo estaba segura de una decisión, si Adrián volvía a aparecer, prefería morir antes que deberle otra vez la vida. Pero no me imaginé que quien llegaría primero sería Lucas. Mientras los secuestradores seguían maldiciendo, él cautelosamente se abalanzó sobre ellos desde atrás. Y comenzó una pelea violenta.Al ver que estaban perdiendo terreno, uno de los hombres tomó un cuchillo y, con furia, se lanzó hacia mí.—¡Si voy a morir, no me iré solo!Vi como la hoja del cuchillo se acercaba cada vez más a mí. Cerré los ojos, desesperada. Sin embar

  • En esta vida no tengo corazón para amar   Capítulo 9

    Levantó su cabeza, y en sus ojos brillaba una gota de esperanza. Pero yo negué con la cabeza lentamente.—Me debes una vida, Adrián. ¿Cómo podrías compensar algo así? Y apenas dije eso, él se derrumbó por completo.—Lo siento, Mía… lo siento tanto…No le respondí, simplemente di media vuelta y salí de la habitación. Durante los siguientes días, me las arreglé para evitarlo siempre que podía. Lucas, que solía verme con frecuencia, notó mi comportamiento y no pudo ocultar su curiosidad. —Ese hombre herido… ¿quién es para ti? —me preguntó con cautela. Negué con suavidad.—Alguien del pasado. No quiero hablar de eso.Lucas apretó los labios, carraspeó la garganta y cambió de tema con torpeza.—Mía, hemos pasado bastante tiempo juntos, y… la verdad, me gustas. No sé si tú… Al verlo tan nervioso, no me sorprendió en absoluto. En este mundo, nadie es bueno contigo sin ningún motivo. Durante estos dos años, Lucas me había cuidado en todo momento; y su intención era bastante clara

  • En esta vida no tengo corazón para amar   Capítulo 8

    En ese momento, él lloraba desconsoladamente, con lágrimas y mocos cubriéndole todo el rostro. —Qué bien, Mía… estás viva… —sollozaba entrecortado.Fruncí ligeramente el ceño, y le dije:—Suéltame, Adrián. Tus heridas se van a abrir otra vez.Pero por más que intentaba zafarme, no podía sacar mi mano de su agarre. La impaciencia comenzó a invadirme, y mi voz se elevó sin darme cuenta.—¡Te he dicho que me sueltes!Adrián se quedó inmóvil, atónito, antes de empezar a soltarme la mano lentamente. Moví un poco la muñeca y mientras cambiaba de tema.—¿Qué haces aquí?—Yo… vine a eliminar a unos bandidos… pero caí en una trampa… —respondió con la voz débil.Bajó la mirada, con los ojos aguados…—Pensé que habías muerto. Siempre quise hacer algo por ti. Para evitar que te volviera a pasar lo mismo que en la otra vida… por eso yo… Al escucharlo, lo entendí de inmediato, él también había renacido. Al notar mi reacción, me miró con cautela y con voz baja me preguntó:—Mía… ¿tú tambi

  • En esta vida no tengo corazón para amar   Capítulo 7

    Cuando mis padres aún estaban vivos, siempre esperaron que yo estudiara medicina y pudiera ayudar a la gente con mi conocimiento. Ahora, puedo decir que me estoy esforzando hacia ese mismo objetivo. Gracias a mi excelente formación básica y al temple que he forjado por mis experiencias en dos vidas, he logrado ingresar al centro de salud. Cada día, al abrir los ojos, me encuentro atendiendo pacientes, estudiando fórmulas médicas y elaborando diversos planes de tratamiento. La vida es algo monótona, pero al menos está llena de propósitos. Sin embargo, el transporte en esta zona no es muy bueno, y a veces debo ir a los hogares de los aldeanos a atenderlos. Una vez, me retrasé demasiado, y al salir, el cielo ya estaba oscuro. De regreso, al pasar por una zona boscosa, sentí un escalofrío recorrerme todo el cuerpo, estaba muy oscuro. Al principio, pensé que era solo por la gran diferencia de temperatura al caer la noche en comparación con el día. Hasta que vi, en la oscuridad, entr

  • En esta vida no tengo corazón para amar   Capítulo 6

    —¡Cállate! —gritó Adrián, con los ojos enrojecidos mientras apretaba más y más su cuello—. ¡Mía no está muerta! Solo… solo se enojó y se fue para no verme! ¡Todo es culpa tuya! Si no hubieras estado detrás de mí una y otra vez… No pudo seguir hablando. Hasta él sabía que esa excusa se escuchaba ridícula. Al sentir que cada vez le faltaba más el aire, Clara se empezó a asustar de verdad. Comenzó a forcejear, suplicando entre sollozos:—Perdóname, Adrián, por favor… te lo ruego… déjame vivir…Pero justo en ese momento, una voz masculina retumbó desde afuera. —¡Clara! ¡Clara! ¡No creas que ya no sé que estás aquí, maldita! —decía el hombre con rabia—. ¡Gastaste todo mi dinero, perra, y todavía vienes a buscar a otro hombre! Era Kike Torres, el hijo del jefe de la fábrica del pueblo. Pateó la puerta y, al ver la escena, levantó una ceja con expresión de burla y dijo:—Vaya, vaya… así que el Capitán Rivas también disfruta con mujeres ajenas, ¿he? Ya casi tienes esposa, y andas rev

  • En esta vida no tengo corazón para amar   Capítulo 5

    El soldado dudó varias veces antes de hablar, pero al final lo hizo. —Capitán… ya se confirmó. Cuando colapsó el puente, había un auto que pasaba justo por ahí… —hizo una pausa y bajó la voz.— La señorita Mía… también iba en ese coche. Entonces frente a él, colocó un certificado de defunción y una solicitud de matrimonio devuelta. Adrián las tomó con las manos temblorosas y la mirada perdida. Pero al ver el nombre Clara Montiel escrito donde debería estar el de Mía, sus ojos se abrieron, incrédulos. —No… no puede ser… —murmuró—. Ella me amaba tanto… no puede ser verdad…Las lágrimas resbalaron por su rostro y cayeron justo sobre el papel, borrando el sello rojo. Aquel documento tan liviano de pronto pesaba como una piedra sobre su pecho. Un sabor metálico le subía por la garganta, y antes de poder contenerse, escupió sangre y cayó desplomado sobre la cama. Un día, él soñó con ella. En ese sueño, Mía no había muerto. Se casaron, como habían planeado… pero ni siquiera en esa v

More Chapters
Explore and read good novels for free
Free access to a vast number of good novels on GoodNovel app. Download the books you like and read anywhere & anytime.
Read books for free on the app
SCAN CODE TO READ ON APP
DMCA.com Protection Status