LOGINLa infancia de Adrián Rivas estuvo marcada por su primer amor. Pero cuando ella murió, él me odió durante diez largos años. Al día siguiente de nuestra boda, pidió ser enviado a una misión en la frontera. Durante una década le escribí incontables cartas, intentando acercarme una y otra vez… pero su respuesta siempre era la misma: —Si de verdad te sientes culpable… entonces muérete pronto. Hasta que un día fui secuestrada. Y él, solo y sin refuerzos, irrumpió en el escondite de los criminales para salvarme, recibiendo varias balas por mí. Antes de morir, con sus últimas fuerzas, me apartó bruscamente la mano y dijo: —Lo que más me arrepiento en esta vida… es haberte tomado por esposa. Si existiera otra vida… te ruego, no vuelvas a buscarme. En el funeral, la madre de Adrián lloraba de arrepentimiento. —Hijo mío, ha sido culpa mía… yo no debí obligarte. Su padre, lleno de odio, me gritó entre lágrimas: —Mataste a Clara, y ahora también a mi hijo. ¡Eres una desgraciada! ¿Porqué no te mueres tú también? Incluso el comandante, que insistió para que nos casáramos, bajó la cabeza con remordimiento. —Fue mi error, no debí separar a dos enamorados… Le fallé al camarada Adrián. Todos lamentaban la muerte de Adrián, incluyéndome a mí. Esa misma noche, fui expulsada del ejército y quedé sin ningún rumbo. En medio de la nada, en un campo solitario, bebí veneno y morí. Pero al abrir los ojos otra vez… regresé al día antes de nuestra boda. Esta vez, decidí cumplirles el deseo a todos.
View MoreHablé con calma.—Entre nosotros nunca hubo matrimonio, ni ningún tipo de relación. Capturarme no les servirá de nada. —Heh, maldita, todavía te atreves a negarlo —dijo uno de los hombres con una sonrisa burlona—. Tenemos una informante, y ella nos dijo que tú eres la persona que más ama Adrián. Hoy quiero ver hasta dónde puede llegar el Capitán Rivas por la mujer que ama. La historia parecía repetirse. Intenté resistirme, pero fue inútil. Solo estaba segura de una decisión, si Adrián volvía a aparecer, prefería morir antes que deberle otra vez la vida. Pero no me imaginé que quien llegaría primero sería Lucas. Mientras los secuestradores seguían maldiciendo, él cautelosamente se abalanzó sobre ellos desde atrás. Y comenzó una pelea violenta.Al ver que estaban perdiendo terreno, uno de los hombres tomó un cuchillo y, con furia, se lanzó hacia mí.—¡Si voy a morir, no me iré solo!Vi como la hoja del cuchillo se acercaba cada vez más a mí. Cerré los ojos, desesperada. Sin embar
Levantó su cabeza, y en sus ojos brillaba una gota de esperanza. Pero yo negué con la cabeza lentamente.—Me debes una vida, Adrián. ¿Cómo podrías compensar algo así? Y apenas dije eso, él se derrumbó por completo.—Lo siento, Mía… lo siento tanto…No le respondí, simplemente di media vuelta y salí de la habitación. Durante los siguientes días, me las arreglé para evitarlo siempre que podía. Lucas, que solía verme con frecuencia, notó mi comportamiento y no pudo ocultar su curiosidad. —Ese hombre herido… ¿quién es para ti? —me preguntó con cautela. Negué con suavidad.—Alguien del pasado. No quiero hablar de eso.Lucas apretó los labios, carraspeó la garganta y cambió de tema con torpeza.—Mía, hemos pasado bastante tiempo juntos, y… la verdad, me gustas. No sé si tú… Al verlo tan nervioso, no me sorprendió en absoluto. En este mundo, nadie es bueno contigo sin ningún motivo. Durante estos dos años, Lucas me había cuidado en todo momento; y su intención era bastante clara
En ese momento, él lloraba desconsoladamente, con lágrimas y mocos cubriéndole todo el rostro. —Qué bien, Mía… estás viva… —sollozaba entrecortado.Fruncí ligeramente el ceño, y le dije:—Suéltame, Adrián. Tus heridas se van a abrir otra vez.Pero por más que intentaba zafarme, no podía sacar mi mano de su agarre. La impaciencia comenzó a invadirme, y mi voz se elevó sin darme cuenta.—¡Te he dicho que me sueltes!Adrián se quedó inmóvil, atónito, antes de empezar a soltarme la mano lentamente. Moví un poco la muñeca y mientras cambiaba de tema.—¿Qué haces aquí?—Yo… vine a eliminar a unos bandidos… pero caí en una trampa… —respondió con la voz débil.Bajó la mirada, con los ojos aguados…—Pensé que habías muerto. Siempre quise hacer algo por ti. Para evitar que te volviera a pasar lo mismo que en la otra vida… por eso yo… Al escucharlo, lo entendí de inmediato, él también había renacido. Al notar mi reacción, me miró con cautela y con voz baja me preguntó:—Mía… ¿tú tambi
Cuando mis padres aún estaban vivos, siempre esperaron que yo estudiara medicina y pudiera ayudar a la gente con mi conocimiento. Ahora, puedo decir que me estoy esforzando hacia ese mismo objetivo. Gracias a mi excelente formación básica y al temple que he forjado por mis experiencias en dos vidas, he logrado ingresar al centro de salud. Cada día, al abrir los ojos, me encuentro atendiendo pacientes, estudiando fórmulas médicas y elaborando diversos planes de tratamiento. La vida es algo monótona, pero al menos está llena de propósitos. Sin embargo, el transporte en esta zona no es muy bueno, y a veces debo ir a los hogares de los aldeanos a atenderlos. Una vez, me retrasé demasiado, y al salir, el cielo ya estaba oscuro. De regreso, al pasar por una zona boscosa, sentí un escalofrío recorrerme todo el cuerpo, estaba muy oscuro. Al principio, pensé que era solo por la gran diferencia de temperatura al caer la noche en comparación con el día. Hasta que vi, en la oscuridad, entr
—¡Cállate! —gritó Adrián, con los ojos enrojecidos mientras apretaba más y más su cuello—. ¡Mía no está muerta! Solo… solo se enojó y se fue para no verme! ¡Todo es culpa tuya! Si no hubieras estado detrás de mí una y otra vez… No pudo seguir hablando. Hasta él sabía que esa excusa se escuchaba ridícula. Al sentir que cada vez le faltaba más el aire, Clara se empezó a asustar de verdad. Comenzó a forcejear, suplicando entre sollozos:—Perdóname, Adrián, por favor… te lo ruego… déjame vivir…Pero justo en ese momento, una voz masculina retumbó desde afuera. —¡Clara! ¡Clara! ¡No creas que ya no sé que estás aquí, maldita! —decía el hombre con rabia—. ¡Gastaste todo mi dinero, perra, y todavía vienes a buscar a otro hombre! Era Kike Torres, el hijo del jefe de la fábrica del pueblo. Pateó la puerta y, al ver la escena, levantó una ceja con expresión de burla y dijo:—Vaya, vaya… así que el Capitán Rivas también disfruta con mujeres ajenas, ¿he? Ya casi tienes esposa, y andas rev
El soldado dudó varias veces antes de hablar, pero al final lo hizo. —Capitán… ya se confirmó. Cuando colapsó el puente, había un auto que pasaba justo por ahí… —hizo una pausa y bajó la voz.— La señorita Mía… también iba en ese coche. Entonces frente a él, colocó un certificado de defunción y una solicitud de matrimonio devuelta. Adrián las tomó con las manos temblorosas y la mirada perdida. Pero al ver el nombre Clara Montiel escrito donde debería estar el de Mía, sus ojos se abrieron, incrédulos. —No… no puede ser… —murmuró—. Ella me amaba tanto… no puede ser verdad…Las lágrimas resbalaron por su rostro y cayeron justo sobre el papel, borrando el sello rojo. Aquel documento tan liviano de pronto pesaba como una piedra sobre su pecho. Un sabor metálico le subía por la garganta, y antes de poder contenerse, escupió sangre y cayó desplomado sobre la cama. Un día, él soñó con ella. En ese sueño, Mía no había muerto. Se casaron, como habían planeado… pero ni siquiera en esa v






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