LOGINCuando mi madre nos pidió a mi hermana y a mí que eligiéramos con quién casarnos, Daniela rechazó sorprendentemente al hombre hosco de perfil técnico que persiguió durante cuatro años y optó por ese rico playboy de mala reputación. Mi madre palideció al instante: —Daniela, es cierto que es rico, pero ¿no te da miedo que te pegue alguna enfermedad? A ti te gusta Luis, ¿no? No te equivoques de decisión. Pero ella no dio su brazo a torcer. Ahí supe que ella también había renacido. En mi vida pasada, se casó llena de ilusión con Luis Solano y sufrió una década de violencia emocional que la dejó hecha una loca. Mientras que ese playboy, Diego Alcázar, cambió por mí radicalmente, me amó con locura, me entregó toda su fortuna y nos convertimos en la pareja envidiada por todos. En el baile de nuestro décimo aniversario de bodas, Daniela, con los ojos llenos de rencor, nos redujo a cenizas a los dos. Al tener una segunda oportunidad, opté por la mano de Luis en el juego del matrimonio. —Daniela, la apuesta está hecha. Esta vez, no te arrepientas. Ella soltó una risa burlona: —Esta vez me toca a mí ser amada como a una reina. No seas tú quien se arrepienta. Parece que aún no entiende que el amor es lo menos confiable en un matrimonio.
View More—Ya investigué todo lo que hiciste. Fuiste tú quien envenenó la relación entre mi madre y yo durante tantos años. ¿Con qué derecho pretendes volver a entrar en la familia Solano?—¡No es verdad, hermano! Escúchame, el mensaje que te envié solo fue un arrebato. Iba a desaparecer unos días y volver, ¡pero me secuestraron y me llevaron al extranjero!—¿Ah, sí?Luis dio unas palmadas. Inmediatamente, desde fuera, se escuchó la voz de un niño.—¡Mamá!El hombre con el que se había ido entró, llevando de la mano a su hijo de tres años.Lucía entró en pánico:—¡Hermano, escúchame! Él me violó, ¡fue él quien me secuestró! ¡Arréstalo!Su amante, con lágrimas en los ojos, parecía deshacerse por dentro:—No es verdad, Lucía. Dijiste que me amabas, que querías huir conmigo. Volvamos… vivamos en paz los tres, te lo suplico.Lucía se abalanzó como una loca hacia él, agarró una botella de licor y se la estrelló en la cabeza.—¡Tú te aprovechaste! ¡Sabías que en ese momento necesitaba amor
Todo mi cuerpo se tensó inmediatamente.El corazón se me detuvo un instante.Porque del llavero colgaba una zapatilla de cristal. Era una de un par, y perdí a su compañera en el río aquella noche.Cuando volví después a buscarla, ya no estaba.Él levantó la cabeza de golpe y, antes de que pudiera reaccionar, se dio la vuelta y salió corriendo, con un paso incluso algo tambaleante.Me dejé caer en el sofá, derrotada, sintiendo como si el cielo se me viniera encima.Debía de pensar que yo era una mujer fácil.Durante muchos días después, no nos vimos ni tuvimos contacto.Pero la Sra. Solano, en cambio, fue muy activa ayudándome con los preparativos de la boda.Llegó el día de la ceremonia. En el área de preparación, estaba tan nerviosa que tenía las manos sudando.Porque no estaba segura de si él vendría.Apenas terminaron de maquillarme, se acercó el maestro de ceremonias:—Es la hora. Debes subir.—¿Y el novio? ¿Ha llegado?El maestro negó con la cabeza:—Supongo que alg
Mientras la escuchaba contarme historias de la infancia de Luis, yo observaba los trofeos. Uno llamó especialmente mi atención.Era el segundo premio de un concurso de diseño mecánico.Y yo recordaba que el primer premio de ese concurso lo había ganado yo.—Este —continuó ella— lo recuperó una de las personas que mandé para velar por él, de la basura. Desde que entró a la universidad, cortó todo contacto conmigo. Pero como madre, no podía simplemente dejarlo ir. Todos estos años he tenido a alguien siguiendo sus pasos. Este es el único segundo puesto que ha obtenido en su vida. Después de recibirlo, lo tiró directamente a la basura. Supe que esa noche se sentó junto al río de la universidad y bebió muchísimo.Al oír esto, mi corazón dio un vuelco violento y hasta la respiración se me hizo pesada.Esa noche, yo también estuve allí.Acababa de ganar el primer premio y, feliz, fui a casa a compartir mi alegría con mi madre.Pero apenas crucé la puerta, vi a Daniela llorando en sus
Al oír esto, la Sra. Solano fue la primera en reaccionar, quedándose boquiabierta:—¿Cómo? Luis, ¿ella se te declaró?Luis también mostraba una expresión llena de dudas:—Sí. ¿No lo sabías tú? En aquel entonces, justo porque te diste cuenta de que le gustaba, pensaste que si se sabía afectaría la reputación de la familia, por eso la mandaste al extranjero a que se las arreglara sola.—Yo no hice eso. En aquel momento, me di cuenta de que sentía algo más por ti. Solo hablé con ella, pero sin reproches. Ella aceptó dar prioridad a sus estudios y no pensar en nada más.—¡Es imposible!Diciendo esto, Luis sacó su teléfono. Sorprendentemente, aún conservaba el mensaje que Lucía le envió antes de desaparecer:“Luis, no culpes a mamá. Me voy por mi propia voluntad. Ya me criaron durante diez años, no tienen la obligación de hacerlo más. Voy a esforzarme por sobrevivir en este lugar pobre del extranjero, llevando conmigo mi amor por ti. Adiós para siempre, mi hermano.”Tanto Luis como






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