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Mia estaba tumbada en su cama, mirando al techo con aburrimiento cuando un estornudo brotó inesperadamente de su nariz. "¡Ntin!"

Frunciendo el ceño, se preguntó quién podría estar hablando mal de ella.

Se encogió de hombros y se bajó de la cama. Luego se acercó a la ventana. Habían pasado menos de veinticuatro horas y ya estaba cansada de quedarse en casa. Tener que quedarse allí toda la semana le parecía una carga.

Para colmo, tampoco podría asistir a la fiesta de cumpleaños del sábado del abuelo Mandez. Qué fastidio.

El aburrimiento la mataría definitivamente antes de que acabara la semana.

Mirando por la ventana, Mia se dio cuenta de que el sol empezaba a ponerse. Con un suspiro, contempló el hermoso jardín y vio a Madam Susan saliendo con las herramientas de jardinería en la mano.

Era un jardín precioso. Decidió ir allí algún día. El fragante aroma de las flores le daría un poco de consuelo. Una sonrisa iluminó el rostro de Mia.

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El mismo día. Instituto R.

Cuando termina