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Capítulo 4

Penulis: Jinensea
Mariana se había hecho la invisible desde que apareció Tadeo, y revivió en cuanto él se fue. Con curiosidad, se acercó a su amiga y le preguntó en voz baja:

—¿Y Gael... en serio es así?

—¿Así cómo?

Samantha no entendió a qué se refería. Mariana juntó las puntas de sus dedos índices, mirándola con picardía.

Lo entendió.

“Para nada. Al principio dolió bastante, pero después se sintió bien. Gael no tendrá mucha técnica, pero está muy bien dotado y tiene buena condición. Supongo que sus atributos naturales compensan la falta de práctica. Y no es como que se le pueda culpar por eso; si no fuera por los remedios medicinales que le preparé por tres años, seguiría siendo pura apariencia”.

Claro que no podía contarle nada de eso a Mariana.

—Mejor ya no hablemos de él, que se me quita el hambre. ¿Qué averiguaste de lo que te pedí?

Samantha cambió de tema con un gesto de la mano.

—Sí, ya lo investigué. El problema es que la renta de ese lugar no es nada barata. Y ahora que te vas a divorciar… con lo mal que te trata, ¿en serio crees que te va a dar algo?

—Olvídate de su dinero. No le voy a pedir ni un dólar.

—¿Cómo que no? ¡No es justo! Fue su tía la que lo obligó a casarse contigo, no tú. Llevas tres años cuidándolo en todo, ¿en qué le has fallado? Y ahora que la tía ya no está, tú eres la que le facilita las cosas pidiendo el divorcio para dejarle el camino libre con Renata. ¿Qué más quiere ese tipo?

Samantha le pasó un vaso de agua para calmarla.

—Ya, tranquila, tranquila.

—No me puedo calmar. Ojalá se le apague hasta el deseo y no pueda hacer nada con su adorada noviecita. A ver cómo le va.

Samantha se quedó sin palabras.

“Me temo que te vas a llevar una decepción. Gael no volverá a tener ese problema en su vida. Si no, mi abuelo se levantaría de su tumba solo para regañarme por no haber aprendido bien el oficio”.

—Es que eres demasiado buena, por eso se aprovechó de ti estos tres años.

Al ver la actitud despreocupada de su amiga, Mariana suspiró con resignación.

—Bueno, ya qué. Dejarlo es lo mejor que te pudo pasar. El que pierde es él, no tú. Tarde o temprano se dará cuenta de lo que dejó ir.

Samantha asintió, dándole la razón. Ya más calmada, su amiga retomó el tema anterior.

—Si no tienes dinero, yo te adelanto lo de la renta. Ese local es muy cotizado, si no nos apuramos, nos lo ganan.

Aunque la familia de Mariana no era de las más poderosas de la ciudad, su fortuna era inmensamente superior a la de Samantha. No se anduvo con rodeos.

—Bueno, ayúdame a rentarlo, por favor.

***

Después de comer, se despidió de Mariana y tomó un taxi a la clínica de medicina naturista. David Herrera se sorprendió gratamente al verla, pero su sonrisa se borró en cuanto notó la gasa que envolvía su mano derecha.

—¿Qué te pasó en la mano?

—No es nada, me corté con un vidrio sin querer. Es una herida pequeña.

Temiendo que no le creyera, hizo el ademán de quitarse el vendaje para mostrársela. David la detuvo.

—No seas necia. Déjatelo así y no te lo mojes.

Samantha respiró aliviada. La herida en el dorso de su mano era bastante aparatosa, pero por suerte había logrado engañarlo. David le sirvió un vaso de agua.

—¿Y qué te trae por aquí?

Con una sonrisa juguetona, Samantha tomó la mano de David y la colocó sobre su muñeca.

—¿Me tomas el pulso?

—¿Te sientes mal?

La expresión de David se volvió seria. Colocó sus dedos, índice, medio y anular, sobre la delicada muñeca de ella y se concentró en su pulso. Un minuto después, el semblante de David cambió. Se puso de pie.

—¿Qué hiciste? ¡Estás loca!

Entonces se dio cuenta de las marcas que tenía en el cuello. Su mirada se volvió triste.

—Llevas tres años limpiando el veneno de su cuerpo. Ya habías eliminado el noventa por ciento, y el resto podía metabolizarlo él solo con el tiempo. ¿Por qué tenías que recurrir a esto? ¿No sabías que las toxinas se transferirían a tu cuerpo?

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