Mag-log inSimona Mancilla era conocida en Puerto Azul como la esposa joven de una de las familias más ricas de la ciudad. Nacida en una familia común, había conquistado a Ignacio Herrero con su hermosura, y él la mantuvo entre lujos por más de una década. La gente murmuraba con cierta envidia: Simona tenía suerte. A sus treinta y seis años seguía pareciendo una muchacha ajena al mundo real, con una vida de ensueño y una hija linda. Pero Ignacio la engañó. Simona lloró durante semanas, convencida de que el cielo se le venía abajo. Para Ignacio, sin embargo, todo aquello no pasaba de un juego sin importancia: un par de caricias, un par de bolsas de diseñador, unas joyas, y asunto arreglado. Lo peor fue descubrir que incluso su mejor amiga sabía del engaño desde hacía tiempo, y jamás se lo dijo. —Simona, mira tu vida —le repetían—. ¿Qué parte de tu casa, tu ropa, tu carro... no cuestan cientos de miles de dólares? ¿De verdad puedes dejar a Ignacio? Además, ya tienes treinta y seis. ¿Qué harías sin él? No pasarán ni unos días antes de que te mueras de hambre. Pero Simona, más lúcida que nunca, no se dejó manipular. Se divorció. Ignacio la despidió con una sonrisa tranquila, observando cómo Simona se marchaba con el acta de divorcio firmemente apretada entre sus manos. Estaba convencido de que no pasaría una semana antes de verla regresar, llorando y suplicando, ansiosa por volver a ser la dócil esposa de él. Un año pasó. Simona seguía tan deslumbrante como antes. Con las habilidades que había perfeccionado durante años para su esposo y su hija, comenzó a sostenerse por sí misma. Se convirtió en una influencer con millones de seguidores y un patrimonio de más de cien millones de dólares. Hombres deseosos de casarse con ella abundaban en las redes. Fue en ese momento cuando Ignacio sintió el peso del arrepentimiento. Sin embargo, para Simona su mundo ya era otro: Rolando Olivar, el poderoso empresario, la colmaba de mimos y cuidados cada día, impaciente por hacerla su esposa.
view moreIgnacio miró a Laurinda.—¿Tú ayudarme? Pero si eres la mejor amiga de Simona. ¿Qué es lo que quieres?No entendía que ella se pusiera de su lado y no del de su amiga.¿O sería que Laurinda quería sacar algo de él?Ella sostuvo su mirada inquisitiva y, poco a poco, se inclinó hacia él. Sus dedos rozaron el dorso de la mano de Ignacio; la voz le temblaba apenas, cargada de un nerviosismo sensual, los ojos húmedos, con un brillo insinuante.—Señor Herrero… yo lo quiero desde hace mucho tiempo.Ignacio arqueó las cejas, sin moverse.—Desde antes de Simona, ya lo quería.Una sonrisa ladeada, cargada de galantería, se dibujó en el rostro de Ignacio.—¿Ah, sí? ¿Y por qué no lo dijiste? Si me lo hubieras confesado antes, quizá hoy estaríamos juntos.Laurinda enrojeció como una muchacha tímida.—Usted siempre fue inalcanzable, tan perfecto… Yo, en cambio, me sentía poca cosa. Y cuando se unió con Simona, lo único que pude hacer fue desearles lo mejor en silencio.Ignacio soltó una risa baja.
Ignacio llevaba ya varias copas en un bar. Varias mujeres se acercaron a coquetearle, pero él las echó con insultos.En otras ocasiones, si estaba de humor, se habría ido con alguna a un hotel cercano, rápido, sin complicaciones.Esa noche no tenía el menor deseo.La rabia de haber sido jugado por Simona seguía quemándole por dentro.En su cabeza, Simona no era más que una mujer hermosa y vacía: tantos años mantenida en casa, dedicada a cocinar un poco, salir de compras, hacerse tratamientos de belleza… nada de sustancia.Hasta había creído que su idea de divorciarse era un berrinche nacido del exceso de amor y la decepción.Jamás imaginó que terminaría arrancándole la mitad de sus bienes.Aunque todo quedara a nombre de Carrola, él lo sentía como una pérdida insoportable, como si lo hubieran despojado.—Señor Herrero.Otra voz femenina sonó a su lado. Ignacio gruñó, molesto:—Lárgate.La mujer no se movió; al contrario, tomó asiento junto a él.—Señor Herrero, soy Laurinda. No siga be
El gesto de Ignacio se ensombreció un instante, como si lo hubiese sorprendido la culpa. Pero de inmediato la ira comenzó a apoderarse de él.—¿Entonces sigues empeñada en divorciarte?—Siempre fue mi decisión.La mirada de Simona era directa, sin esconder nada.Ese rostro impecable, que tantas veces había admirado, en ese momento se le antojó odioso.Por la mañana había sido toda ternura, logró arrancarle casi la mitad de sus bienes, y por la tarde le daba la espalda.De verdad la había subestimado.Ignacio apretó los dientes, furioso.—¡Muy bien, Simona, muy bien!No dijo más. Subió al carro con violencia y se marchó.La mirada de Simona se perdió bajo la luz fría de la noche. Los faroles dibujaban su silueta frágil y al mismo tiempo luminosa: sola, pero resplandeciente.Al llegar a casa, le entró una videollamada de Carrola. El primer pensamiento de Simona fue si Ignacio había descargado su enojo en la niña.—¿Tu papá no se puso contigo de malas? Lo que pase entre nosotros no debe
Ella no respondió a Ignacio, en cambio, dirigió la mirada hacia la puerta de la escuela y pronto distinguió la silueta de Carrola. Entonces su sonrisa se volvió mucho más auténtica.Carrola la vio enseguida. Entre la multitud, su madre resaltaba: erguida, elegante, de facciones finas; con solo sonreír, transmitía una calma entrañable.—¡Mamá!La niña aceleró el paso, la coleta rebotando de un lado a otro, y se lanzó alegre a los brazos perfumados y suaves de Simona.Simona bajó la cabeza para mirarla, tomó la mochila que cargaba y se la entregó a Ignacio.—¿Se te antoja algo? Hoy tu papá y yo vamos a llevarte a cenar afuera.Fue entonces que Carrola reparó en su padre. La expresión de la niña, transparente como siempre, no supo disimular nada: la sonrisa se le borró y frunció apenas los labios.—¿No estabas ocupado, papá?El tono arrastraba un dejo de reproche que sonaba a burla.Simona lanzó una mirada penetrante a Ignacio, sin palabras, pero con suficiente filo como para obligarlo a
Cuando Joselito terminó en la empresa Herrero, regresó a su despacho.Acto seguido marcó el número de Rolando.—Rolando, todo está hecho, salió sin contratiempos. La señorita Simona obtuvo lo que le correspondía.—Gracias.Joselito arqueó las cejas con una sonrisa irónica.—Vaya, tu agradecimiento suena curioso. ¿No debería ser la señorita Simona quien me dé las gracias? ¿Por qué hablas en su nombre? Y dime, mis honorarios de gran abogado, ¿te los cobro a ti o a ella?—Que lo arregle Julio.—¿Con tu dinero? ¿Y tú quién eres para la señorita Simona?Rolando guardó silencio. Joselito siguió sonriendo, sin exponerlo. De pronto recordó algo, y su voz se tiñó de diversión.—¿Sabes por qué todo salió tan fácil?… Jeje, parece que ayer subestimé a la señorita. No es nada ingenua. Su belleza es un cuchillo envuelto en terciopelo; con esa dulzura consiguió que Ignacio le firmara sumiso. Rolando, te lo advierto: cuidado con ese cuchillo suave, no vaya a clavártelo a ti.—Aunque, me da la impresi
Después de que Joselito se marchó, Simona miró a Ignacio.—Ignacio, ve a ocuparte de lo tuyo. Por la tarde te espero en la entrada de la escuela, y vamos juntos a llevar a Carrola a cenar, ¿te parece?En los ojos de Ignacio brilló la sorpresa feliz. Al verla tan distinta, sin la frialdad de antes, pensó con alivio que Simona había cedido.—Está bien.Ignacio regresó a su oficina. En la sala de juntas quedaron únicamente Simona y Laurinda.Con los dedos largos y delicados, Simona tomó la taza de la mesa, bebió un sorbo en silencio y luego la dejó a un lado. Sus ojos claros y brillantes se posaron serenos en Laurinda.—Laurinda, ¿te acuerdas cómo fue que nos hicimos amigas?Laurinda apretó los labios, pero Simona habló primero.—Compartíamos dormitorio. Cada una estudiaba algo distinto: yo Letras, tú Derecho. Al principio no eras cercana conmigo; incluso llegué a sentir que te caía mal. Después todo cambió cuando Frisco empezó a perseguirme, insoportable como siempre. Una vez me defendis
Bienvenido a Goodnovel mundo de ficción. Si te gusta esta novela, o eres un idealista con la esperanza de explorar un mundo perfecto y convertirte en un autor de novelas originales en online para aumentar los ingresos, puedes unirte a nuestra familia para leer o crear varios tipos de libros, como la novela romántica, la novela épica, la novela de hombres lobo, la novela de fantasía, la novela de historia , etc. Si eres un lector, puedes selecionar las novelas de alta calidad aquí. Si eres un autor, puedes insipirarte para crear obras más brillantes, además, tus obras en nuestra plataforma llamarán más la atención y ganarán más los lectores.
Mga Comments