Capítulo 1

Tras mi muerte, mi alma, de forma extraña, no se desvaneció, sino que permaneció vagando por el mundo.

Presencié cómo los pedazos de mi cuerpo eran encontrados, uno tras otro, en contenedores de basura y en el río. Esta escena sumió a toda la ciudad en el pánico.

La magnitud del impacto llevó a las autoridades a solicitar la ayuda de mi hermano, Diego Pérez, quien trabajaba como detective, para realizar una investigación detallada.

Sentí un atisbo de culpa al darme cuenta de que, una vez más, había causado problemas a mi hermano. Al mismo tiempo, un escalofrío recorrió mi espalda.

Frente a mi cuerpo ensamblado Diego frunció el ceño.

—¿Hay información sobre la víctima? ¿Se ha determinado la hora de la muerte? —preguntó con urgencia.

Carlos López, el director del departamento de apoyo, se masajeó las sienes cansadas antes de responder:

—Según los primeros informes, la víctima es una mujer de entre 20 y 22 años, y ha estado muerta al menos 48 horas.

—El cuerpo está severamente dañado, por lo que no se pueden extraer datos efectivos. Los resultados de ADN tardarán al menos dos días.

—Además, la víctima sufrió un abuso inimaginable en vida. Para evitar que se resistiera, el asesino le cortó las extremidades de manera brutal. —Carlos continuó.

Sus palabras dejaron a todos los presentes atónitos. Tal nivel de crueldad era difícil de creer.

—¡Ese asesino es un monstruo despreciable! —murmuró alguien.

—Pobre niña, ¿qué clase de sufrimiento tuvo que soportar antes de morir? —comentó otra voz, llena de compasión.

Diego golpeó la mesa con furia, jurando: —¡Encontraré a ese asesino y lo llevaré ante la justicia!

Daniel Ruiz le dio una palmadita en el hombro, y dijo con un tono de pesar: —Lo siento mucho. Esta vez no podrás asistir a la ceremonia de graduación de Clara.

Daniel era el mentor de mi hermano, y amigo de mi padre.

Después de la muerte de nuestros padres, Daniel nos había cuidado mucho y había enseñado a Diego cómo investigar pistas y atrapar criminales.

Al escuchar mi nombre, Diego frunció el ceño de inmediato. —No me la menciones. Da mala suerte.

—¿Cómo podría asistir a su ceremonia de graduación? Estoy ocupado preparándome para la graduación de Luna.

Esas palabras, afiladas como cuchillos, hicieron que mi corazón se retorciera de dolor.

Después de la muerte de nuestros padres, Diego me odiaba profundamente, convencido de que yo había sido la causa de su muerte.

Ya no me reconocía como su hermana y me echó de casa.

Más tarde, durante una investigación, salvó a una chica y, al enterarse de que era huérfana, la llevó a casa y la adoptó como su hermana.

Y yo, me convertí en una "huérfana".

Antes de morir, Diego aún estaba enojado conmigo.

Enfadado porque había arruinado la graduación de su hermana Luna. Enfadado porque, por mi culpa, su hermana había sido cuestionada.

Si supiera que la persona tendida allí era yo, seguramente no dudaría en irse.

Después de todo, nadie deseaba más mi muerte que él.

“Hermano, ahora que finalmente estoy muerta, ¿deberías estar contento, verdad?” pensé.

Daniel golpeó el pecho de Diego con el puño y su voz estaba llena de reproche:

—¿Cómo puedes decir eso? Clara es una niña tan cariñosa, se preocupa por ti y viene a la oficina todos los días a traerte comida. ¡No seas ingrato!

Diego emitió un sonido frío de desdén. —No me importa. Señor, dejemos de hablar de ella y hablemos de asuntos serios.

—Por cierto, ¿ha habido reportes de desaparecidos últimamente?

El asistente, Vicente Torres, sacudió la cabeza y respondió: —No, no hemos recibido ninguna denuncia de desaparición en los últimos dos días.

—Vaya, esa chica ha estado desaparecida varios días y nadie en casa se ha dado cuenta. Esos padres son realmente incompetentes. —se quejó mi hermano.

A la hora de la comida, Diego salió a comer con los demás.

De repente, Daniel recordó algo. —¿Por qué Clara no ha venido a traerte comida estos días?

Diego se rio despectivamente. —Se le acabó la actuación; eso es lo que suele hacer.

Al ver su actitud, Daniel se enfadó. —Imposible. Durante todos estos años, Clara nunca ha dejado de traerte la comida, haga el tiempo que haga. Seguro que le ha pasado algo. Deberías llamarla para preguntarle.

La expresión de mi hermano reflejaba desagrado. —Señor, no te preocupes por ella. Todo esto es parte de sus trucos.

—Me llamó hace un par de días, no sé qué más podría estar tramando. Cuando le pedí que viniera a la graduación de Luna, se negó. Es obvio que me está haciendo un desplante.

Justo cuando Daniel iba a decir algo más, el teléfono de Diego sonó.

Al ver quién llamaba, sus cejas se relajaron, y su tono de voz se volvió instantáneamente más suave.