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Capítulo 04

Author: GordiPluma
Después de salir del hospital, reservé por internet una cirugía de aborto para el día siguiente.

A las diez de la noche, apenas había regresado a mi departamento y me había acostado, cuando Naim me llamó por teléfono.

—En esta casa todavía hay cosas tuyas, a mi novia le molesta verlas. Por favor, ven a llevártelas.

—Tíralas —le respondí con indiferencia—. Lo que queda ya no me sirve.

Después de todo, no mentía. Ya me había llevado todo lo mío. Lo que había dejado o bien no me lo podía llevar o tenía que ver con Naim.

Sin embargo, él se rio con frialdad.

—Son tus cosas. ¿Por qué tengo que encargarme yo? Ven cuanto antes a llevártelas. De lo contrario, ¡te denunciaré por allanamiento de morada y robo!

Me froté las sienes, las cuales me dolían, sintiendo una profunda impotencia. Por primera vez, sentí que Naim era sumamente pesado.

Cuando regresé a esa casa, sobre la mesa vi una hilera de fotos de boda y todos los álbumes de aquellos cinco años de relación.

—Renata, se ve que antes nos amábamos mucho —dijo con cierto aire burlón—. Tal vez sí me pueda enamorar de ti otra vez.

Forcé una sonrisa, que no me llegó a los ojos, y, un segundo después, saqué unas tijeras y empecé a cortar las fotos.

La expresión de Naim cambió de repente, y extendió la mano para intentar evitar que siguiera cortando las fotografías.

Pero yo no me detuve, y, sin dudarlo se las clavé; una herida sangrienta apareció en el dorso de su mano.

Naim soltó un grito de dolor, y me miró con incredulidad.

—¡Renata, me lastimaste!

Al encontrarme con su de Naim, sonreí y asentí.

—¡Fuiste tú quien se interpuso!

—¡Renata, qué corazón tan malvado tienes! —exclamó Yuridia, dedicándome una mirada llena de ferocidad—. ¡Naim solo tiene amnesia y no se acuerda de ti! ¿Lo vas a matar por eso?

Yuridia se acercó, mirándome ferozmente.

—¡Quien se case contigo en el futuro realmente tendrá la mala suerte de ocho generaciones!

Tengo que admitir que esta frase sí despertó algunas emociones en mi corazón, pero no me detuve.

Cuando terminé de cortar todas las fotos a la mitad, me guardé los trozos que tenía mi imagen, y miré a mi alrededor. Al confirmar, una vez más, que allí no había nada relacionado conmigo, me di la vuelta para salir.

—¡En esta casa ya no hay nada mío, espero que no me molestes más!

Temprano, al día siguiente, fui al hospital para la cirugía de aborto.

Cuando estaba acostada en la camilla, de camino al quirófano, no muy lejos vi dos figuras en una cama. Dos personas, una encima de la otra, y, por lo que se veía debajo de las sábanas ambos estaban desnudos.

De pronto, oí la voz llorosa de Yuridia.

—Naim, todo por tu culpa. Tenías que probar estas cosas antes. Ahora, míranos. Terminamos en el hospital. ¡Qué vergüenza!

Naim era el que más odiaba que las mujeres lloraran. Pero, esta vez, la abrazó de inmediato, besándola y consolándola sin importarle quién lo viera. Hasta que Yuridia comenzó a sollozar.

—Tranquila, las sábanas nos tapan, nadie puede ver, ¿no sientes que esto es más excitante...?

Esa escena era simplemente repugnante.

Cuando volteé la cabeza, el cirujano que me practicaría el aborto, me hizo la pregunta de rigor.

—Renata, ¿realmente has decidido no tener el bebé?

Cerré los ojos.

—¡Sí, por favor, quítenmelo!

Pero justo cuando me llevaban al quirófano, Naim, con cara de pánico y ansiedad, quiso levantarse.

—¡Renata, ¿eres tú hablando?! ¡¿Te someterás a un aborto?! ¿De verdad estás embarazada? ¡Ese bebé es mío! ¡No te permitiré que lo abortes!
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