Cuando llegó el momento de intercambiar los anillos en la boda, mi prometido apenas podía pronunciar el «sí, quiero». Todo porque un antiguo amor había publicado que volvía a estar soltera justo una hora antes. La foto que acompañaba el anuncio era la de un boleto de avión. Su llegada estaba prevista para dentro de una hora. De pronto, mi hermano se adelantó y, sin más, anunció frente a todos que la boda se pospondría. Los dos, bien organizados, me dejaron plantada ahí, en medio de todas las miradas, convirtiéndome en la burla de todos. Yo me mantuve tranquila, mientras veía cómo la exnovia de mi prometido actualizaba su Instagram. En la foto aparecían mi hermano y él, junto a ella, dándole todo lo que se suponía que era para mí. Sonreí con tristeza, respiré hondo, y marqué el número de mis verdaderos padres. —Papá, mamá —dije—, estoy lista para volver a casa… y aceptar el compromiso con la familia Moulin.
View MoreDaniel, como tutor legal de Isabella en su momento, tuvo que presentarse en la estación de policía.Todavía constaba su nombre en algunos documentos.Me miró con los ojos llenos de culpa.La familia Moulin había cortado toda relación con él, y Talentos Santos S.A. ya no era más que una empresa común y corriente, sin brillo, sin respaldo, sin rumbo.Alonso también pagó el precio.En un momento de debilidad, sí... terminó acostándose con Isabella.Después de eso, fue cayendo en picada.Se encerró en su casa, y se volvió adicto al alcohol.Con Logan a mi lado, sentí cómo su presencia se hacía más firme cuando Daniel nos miró.Sus ojos se detuvieron en mi barriga, cada día más grande.Y se vino abajo por completo.—Lourdes… tú…Asentí con calma.—Señor Santos —le respondí sin rodeos.Con solo esas palabras, le dejé claro que entre nosotros todo había quedado atrás.Daniel solo sonrió, lleno de amargura.Ya lo entendía. No había forma de volver atrás.La vida de Alonso se apagó rápido.Lo e
Omaira y Amber me miraban con preocupación.Yo solo les sonreí, tranquila.—Ya está. Todo se acabó —dije.En los papeles que Javier les había entregado a Daniel y Alonso estaba todo: pruebas médicas, informes, registros.Isabella se había enfermado en el extranjero por llevar una vida de rumbas y excesos, fue culpa de sus propias decisiones.Alonso apenas podía verla sin torcer el gesto.Esa "niña dulce" que había idealizado era, en realidad, un desastre envuelto en perfume caro.Y para colmo, había vendido información de Talentos Santos S.A. a la competencia.Por alguien así... Alonso me dejó ir.Daniel no lo pensó dos veces: la sacó de su vida sin ningún remordimiento.Intentaron acercarse a mí, como si con un par de disculpas pudieran arreglar todo.Pero tanto mi familia como los Accorsi ya no los dejaban ni acercarse.Lo que ninguno imaginó fue que Isabella, al verse acorralada y sin nada, optaría por el camino más bajo: hundirse y llevarse a todos por delante.Un día apareció afue
—Creo que sí era nuestra Lourdes —murmuró Alonso, con la cara completamente pálida.—Estás diciendo puras bobadas… —Daniel intentó seguir, pero su voz se quebró—. Eso no tiene sentido… Lourdes solo tenía un familiar, y ese era yo…No dijeron nada más hasta que se sentaron y vieron a Javier acompañándome hacia Logan, tomándome del brazo con tranquilidad.Mi sonrisa fue como un golpe seco al pecho para los dos.—¿Aceptas casarte con el novio...? —preguntó el maestro de ceremonias.—¡Ella no lo quiere!—¡Me opongo!Las voces de Daniel y Alonso estallaron en la sala.Los miré, sin un rastro de sorpresa. Javier y mis padres ya sabían que algo no andaba bien.Yo no les conté todo, pero bastó con un poco para que entendieran lo que había pasado.Everett no dijo nada, pero su cara lo decía todo.Habían apoyado a los Dunlap durante años, creyendo que me habían cuidado… Cuando, en realidad, me habían lastimado.—Sáquenlos de una vez —ordenó Everett a los guardias de seguridad.Yo me limité a seg
Mientras elegía el vestido de novia, todavía llevaba el yeso en la mano.Omaira y Amber, mi mamá y la mamá de Logan, me acompañaban, ayudándome a probarme uno tras otro.Cada vez que salía del probador, no paraban de decirme cosas lindas.—Ese Logan tiene una suerte...—Lourdes, todo te queda superespectacular.Sonreí, hasta que vi un vestido al fondo de la tienda.Me quedé en silencio.Era mi diseño, el que hice hace tres años para aquel concurso.El que ganó el primer lugar.Todo el dinero del premio lo usé para apoyar a Daniel y Alonso.En su momento, alguien lo compró de inmediato. Nunca supe quién.Ahora lo entendía.La tienda era de la familia Accorsi.Había sido Logan.Me acerqué y acaricié la tela.—Quiero probarme este —dije.Pero por la férula, no podía subirme el cierre.Estaba a punto de intentarlo con una sola mano cuando una voz suave me interrumpió:—Quietita, déjame ayudarte.Sentí su mano en mi espalda, cerrando el vestido con cuidado.Después, me colocó el velo sobre
—Seguramente es alguien que se llama igual —dijo Daniel, sorprendido.—La hija de la familia Moulin siempre ha vivido en el extranjero. Además, Talentos Santos S.A. ya es bastante importante.—Si los papás biológicos de Lourdes siguieran vivos, ya la habrían reclamado.Alonso asintió, aunque por dentro sentió un vacío raro, como si hubiera perdido algo que no sabía cómo recuperar.Mientras tanto, en casa de los Moulin, yo empezaba a adaptarme a mi nueva vida.—Mamá, de verdad, no hace falta... —dije, mirando el tazón lleno hasta arriba que tenía enfrente. No sabía si reírme o esconderme debajo de la mesa.—Estás muy flaca, tienes que comer más —Omaira me miró con cariño.Y como si no bastara, levantó el tazón y me dijo con dulzura:—Lourdes, ven, abre la boca.Sentí las mejillas calientes de la vergüenza. Toda la vida comí sola, y ahora, a estas alturas, que alguien me diera de comer se me hacía rarísimo.Javier no decía nada, pero peló en silencio los camarones que se veían más fresco
Sentía tanto dolor que ni siquiera podía hablar. Los miré con ira y decepción.Al final, mi futuro y mi vida valían menos que un simple corte en la pierna de una niña mimada.—¡Preparen el quirófano ya mismo! —el director del hospital apareció justo a tiempo, y ellos ya no tuvieron que decidir.—Lourdes, lo lamento...No le contesté a Daniel.No le guardaba rencor.La cachetada que me dio, la tomé como el cierre de todo lo que habíamos vivido.En cuanto se cerraron las puertas del quirófano, también se cerró la historia entre nosotros.A partir de ahí, no nos debíamos nada.Cuando abrí los ojos, Alonso estaba al lado de mi cama, algo molesto.—¿Ya despertaste?—A Isabella le tuvieron que poner varios puntos. Si no fuera por vos, nada de eso habría pasado.—Está en el piso de arriba. Cuando te sientas mejor, subes y le pedís perdón.Lo miré como si no lo conociera.—No hice nada —dije, bajito, sintiendo cómo algo se rompía dentro de mí.—¡Si no te disculpas, entonces no te quiero ver!—
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