Share

Capítulo 2

Author: Valentina
Sebastián no esperaba que Sofía y Santiago rechazaran tanto a Carolina.

Carolina lloraba desconsolada, tan débil que casi se tambaleaba: —Todo es mi culpa, todo es mi culpa... Es mi error, crecieron sin conocerme...

Sin importarle la presencia de Valeria, Sebastián rodeó los hombros de Carolina para consolarla: —¿Cómo va a ser tu culpa? Tú no tuviste opción.

—No te preocupes, sube a refrescarte un poco.

Al verla tan abatida, mal vestida y frágil, Sebastián tuvo que acompañarla personalmente hasta el cuarto de visitas.

Pasaron a su lado ignorando a Valeria por completo.

Valeria tragó su dolor y se tranquilizó pensando que Carolina solo extrañaba a sus hijos, y que Sebastián solo trataba de manejar la situación como padre.

Forzó una sonrisa: —Pequeños, vamos, es hora de bañarse y dormir.

—¡Sí, mamá! —Los gemelos la siguieron con alegría.

Una vez en el cuarto de visitas, Carolina se aseó rápidamente y se cambió de ropa, pero se sentía inquieta: —Sebastián, ¿ya van a dormir los niños?

Sebastián: —Sí, ya es tarde.

Si no fuera por la cena de celebración de hoy, Sofía y Santiago ya estarían descansando.

Carolina puso a un lado su taza, con los ojos aún hinchados: —¿Podría bañarlos? Me gustaría acercarme a ellos. Los he extrañado tanto... he perdido demasiados momentos juntos.

En sus ojos se veía cuánto los necesitaba.

¿Cómo podía Sebastián negarle a una madre el derecho de estar con sus hijos? Sobre todo cuando las circunstancias los habían separado, no problemas entre ellos. No podía soportar verla sufrir de esa manera.

Al final, ella los había traído al mundo.

Entonces accedió: —Está bien.

Poco después, se dirigieron al dormitorio de los niños.

—¿Sofía, Santiago? —Sebastián murmuró mientras tocó la puerta.

Valeria abrió la puerta con las manos aún húmedas.

Al verlos parados juntos, apretó ligeramente los labios: —¿Necesitan algo?

Sebastián explicó: —Carolina quiere ayudar a bañar a Sofía y Santiago para acercarse a ellos.

Era una petición razonable, así que Valeria tuvo que hacerse a un lado: —Pasen, Sofía está en el baño del lado derecho.

A los seis años, Sofía y Santiago ya se bañaban cada uno por su lado.

Carolina se dirigió rápidamente al baño derecho y al entrar, intentó acercarse con cuidado: —¿Sofía? ¡Soy mamá!

Al ver a esa extraña que quería reemplazar a su mamá, Sofía se cubrió rápidamente con la toalla.

Respondió: —No necesito tu ayuda.

La frialdad de su hija hizo que Carolina volviera a llorar.

Sebastián, de espaldas a la puerta del baño, dijo: —Sofía, tienes que ser más respetuosa con tu madre.

Carolina se apresuró a decir: —No pasa nada, Sebastián. Los niños aún no me conocen, es comprensible que desconfíen. Lo entiendo.

Esa resignación solo hizo que Sebastián se sintiera peor.

Después de todo, no es justo que una madre no pueda estar con sus hijos.

Entonces miró directamente a Valeria, quien se preparaba para llevarle un patito de baño a Santiago: —¿Así es como sueles educar a los niños?

Valeria se quedó atónita ante la acusación injustificada: —¿Qué he hecho mal?

—Carolina es su madre. Aunque fuera una desconocida, deberían ser respetuosos.

Sebastián culpaba a Valeria por la actitud de los niños hacia Carolina.

Valeria se sintió dolida y explicó: —Sofía y Santiago no la conocen bien, ¿qué puedo hacer?

—Ya basta —Sebastián se impacientó—. Ve a ayudar a Carolina a bañar a Sofía.

Dicho esto, Sebastián se dirigió directamente al baño de su hijo Santiago.

Valeria lo miró antes de caminar lentamente hacia el baño de Sofía.

Carolina tomó el gel de baño por su cuenta y le dijo a Sofía: —Sofía, déjame enjabonarte.

Sofía quería alejarla, pero como había escuchado que papá regañó a mamá, se aguantó.

Valeria se quedó parada a un lado, y al ver que Sofía se aguantaba por ella, se le partía el corazón. Pero no podía hacer nada para interrumpir el momento entre madre e hija.

Afortunadamente terminaron pronto. Carolina tomó un frasco de vidrio con una sonrisa: —¿Sofía, te pongo esta crema corporal de fresa?

Sofía respondió sin expresión: —Gracias, pero no. Quiero que mi mamá lo haga.

Valeria se acercó: —Déjamela.

Al ver que su hija la rechazaba tanto, a Carolina se le encogió el corazón: —Está bien.

Pero cuando Valeria se acercó a tomar la crema, Carolina la dejó caer de repente y se hizo pedazos contra el suelo.

El ruido asustó tanto a Sofía que perdió el equilibrio, pisó un fragmento de vidrio y se cortó el pie.

Sofía rompió a llorar: —¡Mamá! ¡Estoy sangrando!

Valeria entró en pánico. Reaccionó rápidamente y corrió cargando a la niña hacia afuera.

Carolina la siguió apresuradamente: —¿Qué pasó? ¿Está bien?

Cuando Sebastián corrió al escuchar el alboroto, vio el pie ensangrentado de su hija.

Valeria fue inmediatamente por el botiquín y atendió la herida con movimientos expertos.

—¿Qué pasó? —preguntó Sebastián.

Carolina se angustió: —Sra. Jiménez, sé que no le gusta que esté aquí, pero no puede usar a mi hija para desahogarse. Esa crema era de vidrio, era obvio que se iba a romper si me la quitaba así...

La acusación alteró tanto a Valeria que casi lastimó a su hija con el hisopo.

No tenía tiempo para aclarar estas cosas; la herida de la niña era lo prioritario.

Afortunadamente solo era un corte superficial, sin fragmentos de vidrio.

Al escuchar esto, Sebastián se molestó con Valeria: —Si tienes resentimiento, dímelo a mí. ¿Cómo puedes desquitarte con la niña?

Valeria no pudo evitar levantar la cabeza: —Yo no estaba tratando de quitárselo, tampoco estoy pagándola con nadie.

Carolina se culpó profundamente: —Déjalo, Sebastián. Fue mi error, no debí insistir en bañarla. Si yo no hubiera venido, mi hija no se habría lastimado. Es mi culpa.

Pero Sebastián replicó: —¿Cómo va a ser tu culpa? Eres su madre biológica. Todo el mundo podría hacerle daño menos tú.

A Valeria el hisopo se le partió entre los dedos, apretaba los dientes, con los ojos enrojecidos.

No podía creer que Sebastián pensara que ella había causado todo esto a propósito, lo que la llenó de una gran injusticia.

—Mamá, no te pongas triste —Sofía abrazó de repente a Valeria—. No me duele nada.

El gesto de su hija la emocionó tanto que tuvo que aguantarse las lágrimas: —Tranquila, estoy bien.

Sebastián miró a Sofía: —¿No ves que tu verdadera madre está llorando? ¿No le vas a decir nada?

Carolina tiró ligeramente de la manga de la camisa de Sebastián y negó con la cabeza: —No es culpa de ella, aún es chiquita.

Para Sebastián, esto confirmaba que Valeria había fallado en la crianza de los niños.

Cada vez más furioso, Sebastián le dijo a Valeria: —Desde mañana Carolina se va a encargar de Sofía y Santiago.

Valeria terminó de vendar la herida de su hija y se levantó sin poder creer lo que acababa de escuchar.

Antes de que pudiera hablar, Sofía interrumpió: —¡Papá, mamá no le estaba quitando el frasco! ¡Ella lo tiró cuando mamá iba a tomarlo! ¡Papá, lo hizo a propósito!
Continue to read this book for free
Scan code to download App

Latest chapter

  • Prefieres A Tu Amor Ideal, No Seré La Madrastra De Esta Familia Rica   Capítulo 100

    Como antes...Por supuesto que Sebastián no quería ver sufrir a los niños, pero ya era demasiado tarde para eso. Valeria había tomado la decisión de divorciarse, sobre todo después de la pérdida del bebé.—Papá, cuando tengamos vacaciones,vamos a ver a mamá. ¿No está enferma? Si la cuidamos entre todos, Seguro querrá volver.. —sugirió Sofía.—Tiene a un hombre que la cuida. —dijo Sebastián.—Pero es solo el tío, la está ayudando. —respondió Santiago.Los niños eran tan inocentes que Sebastián no se atrevió adecirles la verdad:—Si su madre acepta, los acompaño.Los niños se emocionaron y extendieron sus meñiques:—¡Prometido! ¡Palabra!Sebastián sonrió divertido:—Listo, prometido.Sebastián sabía que necesitaba volver a ver a Valeria. Ella le debía una explicación sobre Eduardo. Seis años de matrimonio no podían terminar así. No quería pensar que su esposa fuera una interesada. ¿Qué había realmente entre ellos? ¿Eran solo amigos o había algo más? Si tenía algún problema, ¿por qué

  • Prefieres A Tu Amor Ideal, No Seré La Madrastra De Esta Familia Rica   Capítulo 99

    —¿Qué quieres comer mañana?¿Mañana? ¿Acaso vendría otra vez?—Ya me las arreglo sola, tengo empleada doméstica.Eduardo sacó un cigarrillo con calma y repitió, sin aceptar evasivas:—Te preguntéqué vas a comer mañana?Esa manera tan autoritaria, pero casi infantil, hizo que a Valeria le dieran ganas de reír.—Pescado, entonces.Eduardo se levantó y se fue caminando tranquilamente, sin prisa, hasta desaparecer en la noche. Después de todo , ella era una mujer y no sería apropiado quedarse .***En el camino de regreso a casa de los Jiménez, Sebastián no podía concentrarse. Solo pensar en Valeria a solas con Eduardo lo sacaba de quicio.Pero al mismo tiempo, cuando él pasaba tiempo con Carolina, ¿no sufriría Valeria igual? ¿Acaso había estado equivocado todo este tiempo?Pero su relación con Carolina era legítima.—Sebastián, ¿qué te pasa? —preguntó Carolina con cautela.Sebastián reaccionó.—Los niños no te pueden ver ni en pintura. No forcemos las cosas. Si no quieren estar contigo, o

  • Prefieres A Tu Amor Ideal, No Seré La Madrastra De Esta Familia Rica   Capítulo 98

    Valeria alzó la mirada. —¿Entre nosotros todavía queda algo que decir?Eduardo permanecía sentado atrás fumando, divirtiéndose con el drama.Sebastián la miraba fijamente, pero en los ojos de Valeria ya no quedaba nada del amor de antes.De repente le vinieron a la memoria todos esos años. Habían sido una familia feliz, sin conflictos ni resentimientos.Los celos que sintió al verla con Eduardo y los niños lo hicieron entender por fin lo que Valeria había vivido cuando él jugaba a la familia feliz con Carolina.Sebastián extendió la mano y tomó la de Valeria.Por un momento, su mirada lo transportó a aquella mañana cuando se conocieron.—Regresa a casa para que te recuperes, yo te voy a cuidar. Es mi deber cuidarte, al menos hasta que estés bien. Una vez que estés bien, decides qué quieres hacer con tu vida.Valeria se sorprendió por sus palabras y su actitud; él le estaba dando hasta la libertad de divorciarse.Hace dos días estaba hecho una furia, ¿cómo podía cambiar de la noche a la

  • Prefieres A Tu Amor Ideal, No Seré La Madrastra De Esta Familia Rica   Capítulo 97

    Sebastián frunció el ceño, recordando las palabras de los niños. Como padre, no podía ignorar este asunto.—¿Dijiste que los niños te llamaron bruja, cierto?Carolina se sobresaltó ligeramente.—Eh... sí, pero no me lo tomo en serio.—Pero los niños no dijeron eso. —Sebastián la miró fijamente.Carolina sospechaba que los niños habían soltado algo más. Se puso nerviosa y desvió la vista mientras se frotaba la frente.—Quizás estaba alterada en ese momento. Los niños tenían las caricaturas a todo volumen y me confundí con lo que escuché.Sebastián la observó por un largo momento.—¿Realmente le pegaste a Santiago?Carolina respiró hondo.—No le pegué, solo le di una palmadita. Los niños están armando un escándalo por nada.—Eres su madre biológica. Deberías estar de su lado, no inventando excusas. —Por primera vez Sebastián perdió la paciencia con Carolina.Carolina lo notó y se acercó un paso, tomándole la mano.—Por eso mismo, como su madre, no voy a permitir que los malcríen. Yo nunc

  • Prefieres A Tu Amor Ideal, No Seré La Madrastra De Esta Familia Rica   Capítulo 96

    Sofía tomó a Santiago de la mano y se quedaron ahí parados, sin acercarse a él.Sebastián se agachó frente a ellos. —Díganme la verdad. ¿Carolina realmente los golpeó? Repítanmelo otra vez.Los niños que mienten siempre acaban contradiciéndose.Valeria los animó: —Tranquilos, cuéntenme exactamente lo que pasó. Ya saben que les enseñé a decir siempre la verdad.Al escuchar esto, Sebastián no pudo evitar mirarla. Ella siempre les había inculcado a los niños el valor de la honestidad.Sofía se armó de valor: —Santiago y yo estábamos haciendo la tarea cuando ella llegó hablando de mudarnos a una casa más grande, de que íbamos a empezar de cero. Le preguntamos por mamá y nos miró súper mal.Santiago añadió: —¡Puso una cara súper fea que nos asustó muchísimo!—Cuando Santiago se asustó y la empujó un poquito, ella le pegó durísimo en la espalda y nos gritó que éramos unos malagradecidos.Sofía frunció el ceño: —Eso fuelo que pasó. Ella miente, ¡nosotros nunca le dijimos bruja! Siempre di

  • Prefieres A Tu Amor Ideal, No Seré La Madrastra De Esta Familia Rica   Capítulo 95

    Al poco rato, Santiago apretó los dientes y estalló:—¡Tú no eres nuestro papá! Nuestro papá nos creería a nosotros, no a extraños.Tras estas palabras, Eduardo protegió a los dos niños detrás de él, permaneciendo sentado sin inmutarse:—Los niños dicen que no los conocen. Mejor váyanse.Sebastián se acercó amenazante:—Eduardo, ¿no te bastó con quitarme a mi mujer? ¿Ahora también vienes por mis hijos?Para él, Eduardo le había arrebatado a Valeria.—Los niños dijeron que no los conocen. Si se los llevan a la fuerza, eso sí sería un secuestro —Eduardo miró de reojo a los policías—. Se está haciendo tarde, ¿qué más necesitan?Era cierto. Ahora que los niños habían dicho no conocerlos, llevárselos por la fuerza era imposible. Pero Sebastián podía probar que eran sus hijos biológicos.Carolina se apuró a decir:—¡Oficial, tenemos los registros civiles! ¡Son realmente nuestros hijos!—¿Cómo "nuestros"? —preguntó el policía alzando una ceja.Carolina se quedó atónita.El policía suspiró:—Y

More Chapters
Explore and read good novels for free
Free access to a vast number of good novels on GoodNovel app. Download the books you like and read anywhere & anytime.
Read books for free on the app
SCAN CODE TO READ ON APP
DMCA.com Protection Status