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Renací Y Me Río Viendo A Mi Amiga Y Mi Mestizo
Renací Y Me Río Viendo A Mi Amiga Y Mi Mestizo
Author: Gancanjo

Capítulo I

Author: Gancanjo
—De verdad quiero tener un bebé mestizo. Este donante... lo quiero.

Sofía, que siempre decía que casarse era una pérdida de tiempo y tener hijos una locura total, me empujó de golpe, quitándome el iPad de las manos.

La vi tan alterada que en ese momento lo supe: ella también había vuelto a nacer.

Cuando notó que me quedé mirando la pantalla sin decir palabra, me lanzó una mirada impaciente.

—¿Qué pasa? ¿Porque el donante es extranjero o qué? No es el fin del mundo, oye. Podrías relajarte un poco, ¿no? Además, su información ni siquiera es clara. Estoy intentando evitarte problemas.

Si al menos hubiera escondido esa sonrisa de satisfacción, sus palabras habrían sonado convincentes. Pero no. Su mirada brillaba con una determinación feroz, y su sonrisa se extendía de oreja a oreja.

Negué despacio y, de repente, como si me cayera la ficha, le dije:

—Sofía, tienes razón. Tener un hijo es una pérdida de tiempo. Ya no quiero hacerlo.

—¿En serio? Pero si tú siempre dijiste que querías tenerlo, porque sabías que... —su voz se fue apagando.

Ella creía que mi interés era por la información del donante, pero en realidad lo que me movía era cumplir una promesa que le había hecho a mi madre.

Lo irónico es que, en ese entonces, ni siquiera sabía que ese esperma pertenecía a un príncipe.

Sofía abrió los ojos de par en par. Parecía haber descubierto un gran secreto, y la cara se le encendió de emoción.

Cuando la enfermera notó que yo ya no quería seguir con la inseminación, me miró sorprendida y dijo:

—Señorita Catalina, ya pagó el depósito por la cita. Si la cancela ahora, no habrá reembolso. ¿Está segura...?

La interrumpí sin dudar.

—Sí, segurísima.

Apenas escuchó eso, Sofía se apresuró a pedir los formularios.

Había una parte que explicaba los riesgos y cuidados posteriores, pero ella insistió en que la saltaran.

—Tener un hijo es puro trámite —dijo, sonriendo triunfante—. Siento que el papá de mi hijo va a ser alguien grande. En cuanto nazca, voy a estar hecha para toda la vida.

No pude evitar reírme por dentro.

Sabía exactamente por qué estaba tan convencida.

En mi vida anterior, después de elegir ese esperma, apenas pasaron unas semanas hasta que un príncipe me reconoció y, sin dudarlo, me pidió matrimonio en una boda tan lujosa que parecía sacada de un cuento de hadas.

Mientras yo vivía ese sueño, ella, por su parte, se hundía cada vez más.

Sofía siempre había creído que el destino se forjaba aprovechando las oportunidades.

Así que, en esta nueva vida, lo primero que hizo fue quitarme el donante que yo había elegido, convencida de que así podría convertirse en una princesa.

Firmó el contrato sin pensarlo dos veces.

Y apenas salió del laboratorio, envió su carta de renuncia al trabajo.

La miré sorprendida, pero ella solo sonrió con una mezcla de sarcasmo y confianza.

—Ya verás, tengo un presentimiento —dijo, alzando la barbilla—. Se viene la mejor etapa de mi vida.

—Y tú, en cambio —añadió riéndose—, vas a seguir ahí, rompiéndote el lomo en la oficina. ¡Toda la vida!

Luego se dio la vuelta, sin pensarlo, y salió para tomar un taxi rumbo al centro comercial más caro de la ciudad.

Mientras veía su silueta perderse entre la gente, no pude evitar sonreír: “Sofía... si tanto quieres ser princesa, te deseo suerte. Ojalá, cuando descubras la verdad, todavía puedas reír como hoy.”
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