MasukEl día que iba a dar a luz a mis gemelos, soborné al médico de la familia para que me inyectara todos los potentes medicamentos disponibles en el hospital para frenar las contracciones y retrasar el parto por la fuerza. Lo hice porque, en mi vida pasada, Vincenzo Moretti había sido diagnosticado con baja calidad de esperma, apenas podía concebir. Para asegurarse de tener un heredero, mantuvo diez amantes fuera de casa y anunció que el hijo que naciera primero sería el próximo padrino de la familia. Me había prometido que si lograba dar a luz antes que ellas, se despediría de todas sus amantes y permitiría que mi hijo heredara el clan Moretti. Yo le creí. Cuando descubrí que estaba esperando gemelos, temblaba de la emoción. Pero al final del parto, ordenó que me arrojaran junto a mis recién nacidos al frío sótano donde estaban los vinos, y le prohibieron a cualquiera acercarse. —Lucia viene de un origen humilde. Solo quería asegurarle a su hijo un estatus dentro de la familia para que ambos tuvieran un futuro mejor. Pero tú, a propósito, difundiste la noticia, haciendo que ella sufriera un parto desesperado y causando la muerte de ambos. —Eres tan cruel que no mereces ser la madre del heredero de la familia Moretti. Reflexiona bien, en tres días te dejaré salir. Luego, ordenó al mayordomo sellar las puertas. Pero lo que no sabía es que esa noche, el sótano se incendió, y mis hijos y yo morimos quemados en las llamas. Cuando volví a abrir los ojos, regresé a la noche anterior al parto. En esta vida, no seré la esposa de un mafioso. Cuando nazcan mis hijos y recupere fuerzas, huiré con mis pequeños lo más lejos posible.
Lihat lebih banyakVincenzo regresó a la mansión tambaleándose, como si cada paso le pesara toneladas. La mansión estaba completamente en silencio. Paso a paso, bajó por las escaleras, entró en la bodega, donde ahora solo se respiraba un fuerte olor a sangre y muerte. El lugar donde antes había encerrado a Ailora, ahora se encontraba completamente vacío. Y en el frío suelo, todavía se podía ver las grandes manchas oscuras de sangre, ya secas. Se lanzó al suelo de rodillas, y con sus uñas rascaba frenéticamente aquella sangre, como si así pudiera devolverla a su dueño. —¡Ailora… Ailora, dónde estás… sal… me equivoqué… de verdad que me equivoqué…Su llanto desgarrador resonaba por toda la bodega vacía, gritos y lamentos, como si hubiera perdido toda su cordura. Pero a cambio, lo que obtuvo fue sólo silencio. Hasta que una voz familiar, pero cortante, irrumpe en el silencio. —Deja de buscarla, hace tiempo que Ailora ya no está aquí. Vincenzo se estremeció por completo, y al girar vio a su madre
—¿Qué…?De pronto, Vincenzo se puso pálido y la ira se apoderó de él, sentía que su pecho se iba apretando cada vez más, hasta sentir que se quedaba sin aliento. Tuvo que aferrarse con fuerza al asiento del avión para no desplomarse ahí mismo. ¡Ahora mismo…! —dijo entre dientes— ¡Traigan al médico que atendió el parto de Ailora! ¡Quiero hablar con él cara a cara! En cuestión de instantes, él médico apareció frente a él en la pantalla. Al verlo, el médico palideció al instante de miedo, y mientras hablaba su voz sonaba temblorosa. —Y-yo… yo realmente no sabía nada… Fue la señora quien insistió en que le suministráramos los medicamentos para retrasar el parto… Yo intenté convencerla, pero ella no me escuchó. Solo decía que si lograba aguantar hasta después de la fecha prevista, sus bebés tendrían alguna posibilidad de sobrevivir… Ni siquiera había terminado de hablar, y la cara de Vincenzo ya reflejaba una tensión extrema; apretaba las manos hasta crujir sus nudillos. —¡Imposi
Del otro lado de la línea, el responsable del hospital dudó un instante antes de responder en voz baja:—Espere un momento, iré a comprobar. Mientras esperaba, su mente había echado a volar, como si viajara en otro mundo. En su vida pasada, había despertado después de una fuerte explosión que iba dirigida a él. Su madre, con los ojos enrojecidos, le contó que el padre de aquella chica que lo esperaba afuera se había lanzado para apartarlo y, por ello, estaba gravemente en coma. Desde entonces, aquella muchacha se convertiría en su familia, y el debía cuidarla bien. La recordaba sonriendo, escondiendo en ella más dolor del que dejaba ver, y con sus ojos rojos, de tanto llorar. En ese instante, su impenetrable y frío corazón se ablandó de golpe. Al principio, todo fue por responsabilidad. Ella tenía miedo de los negocios familiares, y él le enseñó pacientemente, pasó a paso, cómo enfrentarlos. La primera vez que quedó atrapada en un tiroteo, él la cubrió con su propio cuerpo y l
—¡¿Qué tonterías estás diciendo?!Vincenzo se levantó de golpe, y con furia dijo:—¡¿Cómo te atreves a desearle un mal a mi esposa? Pero al otro lado de la llamada, la niñera seguía perturbada, llorando y con miedo. —Padrino, yo no estoy mintiendo… la señora de verdad, de verdad ya no respira… parece que ya han pasado varias horas desde que murió… ¡debajo de ella todo está lleno de sangre, y el niño tiene la carita morada! —¡Cállate!Su grito fue tan fuerte que casi perdió el control. —¡Estás despedida, lárgate ahora mismo! ¡Mandaré a otra persona que cuide de mi esposa! Cuando colgó el teléfono, sus manos estaban en temblores, sin ser capaz de poder contenerlas. En ese momento, Lucia entró con el bebé cargado en sus brazos, y con una voz delicada y quejumbrosa le preguntó:—¿Por qué estás así de violento? Afuera están los invitados esperando para tomarse una foto con nosotros tres… Si te escuchan gritar así de enojado, van a pensar que estás descontento conmigo y con el
El rostro de Lucia también cambió ligeramente, como si se quedara sin palabras por un momento. Pero, al instante, sus ojos brillaron con astucia y rápidamente dejó salir las lágrimas, y entre sollozos sacó su teléfono: —¡De verdad que la señora dio a luz ayer! El niño ha estado todo este tiempo en la sala de recién nacidos… Yo sabía que ella intentaría acusarme y ponerme en aprietos, así que personalmente le pedí al médico que grabara un vídeo del bebé. Luego le tendió el teléfono, en la pantalla se veía un bebé que evidentemente tenía ya un mes, con un vídeo de tan mala calidad y tan falso que no era imposible no notarlo. Pero Vincenzo solo lo miró rápidamente la pantalla… y le creyó. —¡Te atreves a engañarme! —gritó furioso. ¡Para ablandarme el corazón, haz sido capaz de usar una barriga y sangre falsa! ¿¡Qué tan repugnante y miserable puedes ser!? ¿Aún crees que esta vez también me vas a engañar? ¡Sigue soñando!Levantó la pierna y me dio una patada brutal en la barriga. Mi
Volví a despertarme, en el suelo, esta vez por el brusco y frío chorro de agua que me arrojaron. Frente a mi, estaba Vincenzo con una cara que reflejaba el más puro desprecio hacia mí. —Ya estás despierta, no sigas haciéndote la víctima. —dijo mirándome desde lo alto. —Sabes perfectamente que mañana voy a anunciar al heredero y lo de Lucia, pero aún así insistes en irte a otra ciudad. ¿Acaso quieres que todos piensen que Lucia te intimida? —Señora, sé que usted me odia. Puedes vengarte de mí. Pero, ¿por qué dejas que la señora Giulia me arrebate a mi hijo? Esa asistente, antes de que la arrastraran de aquí, seguía gritando y diciendo que la señora Giulia iba a regresar para gestionar los papeles, entregarte a mi hijo, que yo no merecía ser la madre del heredero… —dijo Lucia. Cuando iba a responde, abrí mi boca pero mi garganta no dejó escapar ninguna palabra. Desesperada solo podía mover la cabeza de un lado a otro, y con una voz temblorosa, supliqué:—Yo… no… llévenme al al ho
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