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Capítulo 4

Penulis: Luna Bianchi
El rostro de Lucia también cambió ligeramente, como si se quedara sin palabras por un momento. Pero, al instante, sus ojos brillaron con astucia y rápidamente dejó salir las lágrimas, y entre sollozos sacó su teléfono:

—¡De verdad que la señora dio a luz ayer! El niño ha estado todo este tiempo en la sala de recién nacidos… Yo sabía que ella intentaría acusarme y ponerme en aprietos, así que personalmente le pedí al médico que grabara un vídeo del bebé.

Luego le tendió el teléfono, en la pantalla se veía un bebé que evidentemente tenía ya un mes, con un vídeo de tan mala calidad y tan falso que no era imposible no notarlo. Pero Vincenzo solo lo miró rápidamente la pantalla… y le creyó.

—¡Te atreves a engañarme! —gritó furioso. ¡Para ablandarme el corazón, haz sido capaz de usar una barriga y sangre falsa! ¿¡Qué tan repugnante y miserable puedes ser!? ¿Aún crees que esta vez también me vas a engañar? ¡Sigue soñando!

Levantó la pierna y me dio una patada brutal en la barriga.

Mi grito fue tan desgarrador que casi rompió mi garganta, pero mi cuerpo se volvía cada vez más frío y rígido. Hasta que ya no tuve las fuerzas ni siquiera para suplicar. Solo quedé tumbada en mi propio charco de sangre, temblando sola y en silencio.

Él se quitó su chaqueta, que estaba manchada de sangre y se volvió hacia Lucia con un rostro lleno de arrepentimiento.

—Perdóname, Lucia, por hacerte oler semejante asco. Ahora mismo me encargaré de ella y, cuando todo esté resuelto, te llevaré a una isla privada de luna de miel, como compensación por haberte culpado injustamente, ¿sí?

Lucia, con los ojos llenos de lágrimas, negó suavemente con la cabeza y con una voz frágil, como si estuviera pidiendo ayuda dijo:

—Olvídalo… La señora me odia tanto. Además, si me llevas ahora justo delante de ella, ¿qué haremos cuando ella, después de irme, encuentre una nueva manera de separarme de mi hijo? Si no, mejor me voy con mi hijo… y que el hijo de ustedes sea el heredero.

Expresó ella con mucha cautela, y con una voz cargada de dolor, pero golpeando justo en el punto débil y que más enojaba a Vincenzo.

Mientras que el rostro de Vincenzo se puso serio de inmediato, y su voz, sonaba suave y tierna en apariencia, pero cortante:

—Tranquila, no volveré a darle ninguna oportunidad de hacerte daño a ti ni al niño.

Levantó la mano, y con un gesto dio la orden:

—Enciérrenla en la bodega de vinos. Cuando en la rueda de prensa anuncie oficialmente que el heredero es el hijo de Lucia, entonces podrán soltarla.

Los guardaespaldas me arrastraron fuera del hospital, como si fuera una muñeca rota de trapo. A lo largo del pasillo, mi sangre dejaba un largo rastro sobre el suelo brillante del hospital.

El dolor ya me nublaba la mente, sentía que estaba al borde del desmayo, pero aún así me aferré a lo que me quedaba de fuerzas para suplicar:

—Te lo ruego, Vincenzo… Lo que le pedí a tu mamá fue que se encargara del divorcio, no de quitarle el hijo a ella. Mis hijos ya murieron una vez por tu culpa… y ahora estos tampoco podrán sobrevivir. Yo y ellos ya hemos cedido el camino para que ustedes tres vivan como una familia, por favor… no te metas también con mi padre.

Mis lágrimas y sangre, caían gota a gota sobre el suelo. Y Vincenzo con una expresión de fastidio me dijo:

—Basta ya. Mientras hoy te quedes quieta en la bodega, yo no voy a…

Y antes que pudiera terminar la frase… —¡Bang!— Un estruendo pesado y seco retumbó de repente.

Vi con mis propios ojos cómo mi padre era arrojado desde el piso superior, estrellándose contra el duro suelo de cemento frente a mi. Esos ojos que antes me miraban con dulzura, ahora están vacíos, enrojecidos e irreconocibles.

—¡Papá!— grité desgarradoramente, mientras me arrastraba hacia él por todo el suelo.

Pero antes de poder siquiera tocarlo, los guardias me sujetaron con fuerza.

—Llévensela primero. —dijo Vincenzo en voz baja e inclinándose un poco.— De todas formas, es alguien que ya debía estar muerto. Ahora ya está muerto, para ella también será un alivio.

—¡Vincenzo… eres peor que una bestia!— grité entre llanto y locura. —¡Haz matado a tus propios hijos y ahora también a quien te salvó la vida! ¡Vas a arder en el infierno!

Él frunció el ceño, me miró por un instante, y finalmente solo suspiró.

—Aunque he ordenado que la mantengan encerrada; si en estos días ella pide algo, atiendan todos sus deseos y asegúrense de que esté bien cuidada.

Para preparar la rueda de prensa familiar y anunciar oficialmente quién será su heredero, Vincenzo no escatimó gastos, decidido a mostrar al mundo cuán importante era Lucia. Incluso, contrató al mejor joyero de Italia para crear una cruz de oro macizo que medía casi lo mismo que una persona.

Luego, gastó millones para comprar una isla privada en el mediterráneo, y la llamó con el nombre de Lucia. Incluso él, que era tan reservado, abrió públicamente su cuenta en las redes sociales, con el nombre ‘Amo a Lucia’

La primera publicación fue una confesión de amor:

—Gracias a la mujer más importante de mi vida, Lucia, por darme a mi primogénito. Desde ahora, mi vida está completa.

Su rueda de prensa duró tres días enteros. Representantes de las familias más influyentes, junto a figuras públicas y empresariales, se congregaron bajo un mismo techo. Entre los constantes flashes de las cámaras, él avanzaba junto a Lucia tomados de la mano, con el rostro radiante de dicha y felicidad.

Pero detrás de las cámaras, sus ojos no dejaban de mirar el teléfono. Parecía esperar… esperar algún mensaje desde la mansión.

Sin embargo, su teléfono permaneció en absoluto silencio, hasta la última noche antes de que terminara la rueda de prensa.

Finalmente, incapaz de contenerse, marcó el número de la mansión.

—Han pasado tres días, ¿Ailora ha hecho algún escándalo? ¿Ha dicho que quiere verme? ¿O ha amenazado con aparecer en la rueda de prensa?

La niñera respondió, temblando del miedo:

—No… en estos tres días no ha dicho nada. La comida que dejé en la puerta tampoco la ha tocado.

Al escuchar esto, Vincenzo resopló y con una sonrisa de desdén dibujada en sus labios contestó:

—Ja… lo sabía. Está haciendo otro berrinche a propósito. Ya se lo había dicho bien claro, quien primero tenga a mi primogénito, será el heredero. Ella no cumplió, y en cambio, en todo momento tramó mil artimañas, se hizo la indefensa para engañarme, e incluso se metió con Lucia, aliándose con mi madre para arrebatarle el niño. Con todo eso no he buscado pelear con ella, ya he sido bastante justo. Y ahora esto… ¿se planta en huelga de hambre?

Pero al pensar en la trágica muerte de su padre, suspiró:

—¿Será que aún está enojada por la muerte de su padre? Ve y dile que ha sido un accidente; que no esperaba que realmente sucediera algo así. Dile que mientras se alimente bien, le daré un buen entierro a su padre… y también… también reconoceré al hijo de Lucia a su nombre, cumpliendo su sueño de ser la madre del heredero. El único requisito es que en adelante no vuelva a molestar a Lucia, ella también vivirá en la mansión y estará a su mismo nivel.

La niñera asintió repentinamente, corrió rápidamente hacia la bodega. Pero al abrirse la pesada puerta de madera, un segundo después se oyó un grito desgarrador de la niñera:

—¡Padrino! ¡Algo terrible ha pasado! ¡La señora… ha muerto, y junto a ella hay un bebé muerto!

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