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Traicionada, Me Casé Con un Lisiado
Traicionada, Me Casé Con un Lisiado
Author: Leo

Capítulo 1

Author: Leo
Contuve la respiración tras la puerta del estudio, con un dolor punzante en el pecho.

Las voces del interior llegaron de nuevo:

—Sr. Suárez, Luna es de corazón sencillo y carácter suave. En el futuro, ruego que usted la proteja.

—Tranquilo, si no fuera porque Luna me rescató arriesgando su vida en el incendio hace cinco años, ya estaría muerto, la cuidaré toda la vida.

Hugo hizo una pausa y continuó:

—Pero, ayudar a Luna a quedar embarazada es solo para pagar mi deuda. Serena monta un escándalo por eso, y en el futuro, quien sabe qué locura hará por celos.

Mi padre se apresuró a sonreír:

—Sr. Suárez, no lo tome a mal. Ella es inmadura, con unos cuantos correctivos aprenderá.

—Sergio Ximénez no solo quedó inválido, sino que es conocido como un tirano cruel.

—Sergio no solo quedó lisiado, sino también violento. Serena, por más tonta que sea, no irá a buscarse la muerte, hasta un idiota sabría qué elegir.

Hugo suspiró:

—Después de todo, Luna lleva a mi bebé en el vientre, no puedo permitir que sufra.

—Entendido, entendido —asintió mi padre.

Me quedé sin aliento.

Resulta que, a los ojos de mi padre, yo solo era una ficha para allanar el camino a Luna, su hija ilegítima.

Y en el corazón de quien una vez fue mi amado novio, yo no era nada.

Mis uñas se clavaron en las palmas y el sabor a sangre se extendió entre mis dientes.

Di un paso hacia atrás y mi espalda chocó con el jarrón del recibidor.

Se oyó un crujido.

La puerta del estudio se abrió de golpe.

Al ver mis ojos enrojecidos, Hugo frunció el ceño:

—¿Sigues molesta por lo de la inscripción para el matrimonio?

Puso cara de preocupación:

—Intenté persuadir a tu padre, pero está decidido a enviarte a la familia Ximénez.

Al ver mi silencio, se inclinó y se acercó:

—En realidad, hay otra forma. Si quedas embarazada de mí, la familia Ximénez no te aceptará.

Su rostro hipócrita me daba náuseas.

Solté una risa fría:

—No hace falta, no me merezco, Sr. Suárez.

Quise irme, pero mi muñeca fue agarrada de repente.

Hugo me inmovilizó contra la pared y dijo con dureza:

—Serena López, no desprecies mi consideración. ¿Olvidaste cómo te arrodillaste en la cama suplicándome?

La ira me nubló la mente.

Levanté la mano para abofetearlo, pero, antes de que el golpe cayera, mi padre, que apareció de repente, me detuvo.

Apartó mi mano con fuerza, el rostro lívido:

—¡Serena, estás loca!

—El Sr. Suárez solo piensa en tu bien. ¡No seas desagradecida!

Antes de que pudiera hablar, una voz suave sonó a mis espaldas:

—Papá, Hugo, no se enojen. La culpa es mía por molestar a mi hermana, por eso se enfadó.

Luna, con su vientre abultado, se acercó.

Hugo se apresuró a sostenerla, con expresión de preocupación:

—Tonta, cómo puede ser tu culpa, eres demasiado buena.

—Ten cuidado, no vayas a afectar al bebé. Ve a descansar a tu habitación.

Antes de irse, aún se volvió para advertirme:

—Serena, te di una oportunidad, no para que abuses de ella, piénsala bien.

Cuando se hubieron ido, la actitud de mi padre se suavizó un poco.
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