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Capítulo 127
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Venganza en la Corte de Jade Capítulo 130
Amparo nunca imaginó que el emperador llevara tiempo investigándola.En estos días, ¿acaso no había sido especialmente afectuoso con ella?Hoy incluso mandó traer a un grupo de artistas para que actuaran en el palacio.—Majestad, yo… —Amparo quiso decir algo, pero la voz se le quebró.Porque lo único que veía era la cara de Claudio, seria hasta el extremo.Él ya había reunido todas las pruebas, y si ella seguía negándolo solo lograría que se sintiera más descontento y decepcionado.Además, todo pasó tan rápido que, cuando cayó desde lo más alto hasta el fondo del abismo, no tuvo tiempo de pensar cómo reaccionar.Serafina se inclinó ante Claudio.—Majestad, Amparo se confabuló con emisarios extranjeros, y las pruebas son irrefutables. Pero al fin y al cabo es su favorita. Si esto se supiera, podría afectar la estabilidad de las tropas, así que propongo buscar un pretexto y enviarla al Ala de Olvido.Mientras no se revelara toda la verdad sobre el caso de Beatriz, no dejaría que Amparo m
Venganza en la Corte de Jade Capítulo 129
Por la tarde, el viento soplaba fuerte y las nubes negras se juntaban sobre el Palacio de las Nubes, haciendo que costara respirar.Amparo tenía un fuerte dolor de cabeza, pero no había medicina que lo calmara.Estaba acostada en la cama y se quejaba sin parar.Por suerte, poco después la cabeza dejó de doler, aunque una sensación extraña en el pecho la hacía sentir incómoda.No tenía ánimo para ver la actuación de la compañía, aunque las doncellas miraban fascinadas.Cuando la dueña recibe favor, las sirvientas también viven cómodas.En el Palacio de Concordia, Tullia volvió a quejarse:—La gente del Palacio de las Nubes está viendo a la compañía de teatro, y nosotras aquí arrancando hierbas y haciendo trabajo pesado. Si se lo digo a alguien, ¿quién creería que servimos en el palacio de la emperatriz?No solo en el Palacio de Concordia; en todos los palacios, de amas a criadas, todos envidiaban al Palacio de las Nubes.Tiberia estaba de visita en el salón de Flavia, bromeando:—Flavia
Venganza en la Corte de Jade Capítulo 128
Esa noche, el santo carruaje llegó al Palacio de las Nubes.Amparo lucía radiante, seductora y confiada. La cicatriz en su cara estaba cubierta con cosméticos, no dejaba ver defecto alguno y eso le daba más seguridad.—Claudio, usted está muy ocupado con los asuntos de Estado, pero también debe descansar más. Si se cansa, me dolerá el corazón.Claudio comió el plato que ella le ofreció y alzó la vista hacia ella.—Este tipo de cosas no hace falta que las hagas tú misma, siéntate bien y acompáñame a comer.Esas palabras mostraban preocupación. Venían de un emperador que suele ser indiferente y fueron una rareza llena de ternura.El corazón de Amparo se sintió inundado de cariño; hasta respirar le parecía una bendición.—Estoy dispuesta a servir a Claudio.Desde el banquete de bienvenida, era la primera vez que el emperador iba allí.Después de cenar, Claudio ordenó:—Esta noche me quedaré a dormir en el Palacio de las Nubes.Cuando lo oyó, Amparo se alegró de inmediato y pidió a Marcia
Venganza en la Corte de Jade Capítulo 127
Quinto fue encarcelado y además le prohibieron participar en los exámenes imperiales o ejercer como funcionario, lo que equivalía a arrebatarle media vida a Fabia.Ella, llorando sin parar, se arrodilló ante Eulalia, sin rastro de la arrogancia de antes.—Señora, ¡tiene que ayudar a Quinto!—Ya no tenemos cómo… Vaya al palacio a suplicar a la reina; quizá el emperador se apiade por ella y le reduzca el castigo… ¡Se lo ruego, señora!Eulalia, de corazón blando pero consciente de su lugar, sabía que ese caso involucraba a funcionarios de la dinastía anterior; la reina evitaba ese asunto a toda costa, ¿cómo se le ocurriría buscar más problemas?—Fabia, ponte de pie para hablar. Esta vez, de verdad Quinto cometió un error. ¿Cómo podría la reina torcer la ley por alguien? Por ahora, lo mejor es enviar gente a la prisión para que Quinto sufra lo menos posible.Cuando oyó esto, Fabia sintió que eran palabras dichas desde la comodidad del que no sufre.Como no era su hijo, podía hablar así com
Venganza en la Corte de Jade Capítulo 126
Amparo aguantó el dolor de la herida y fue al Salón Imperial de Lectura a pedir perdón.Claudio la miró con indiferencia.—Tu herida aún no sana, vuelve al Palacio de las Nubes y descansa.Los ojos de Amparo se llenaron de lágrimas al instante.—Si no le explico esto con claridad, no podré estar tranquila. Es cierto que Luciano me envió muchos obsequios, yo al principio no quería aceptarlos…En la mirada seria de Claudio apareció un rastro de impaciencia.—Basta. Este caso no es importante. No necesitas explicarme nada ahora. Vuelve al Palacio de las Nubes, reposa y sana bien.Cuando oyó esto, Amparo creyó que él no seguiría con el caso de Luciano y, además, que se preocupaba por su salud.Se sintió aliviada en secreto.Después de todo, él todavía la valoraba.En su opinión, que una consorte que apreciaba recibiera algo de dinero no era tan malo.Antes, cuando parientes de otras consortes le mandaban regalos y él lo sabía, también hacía la vista gorda.Comparado con lo que ellas juntas
Venganza en la Corte de Jade Capítulo 125
Serafina apretó los labios. En su calma y compostura se notaba un aire de rabia.Esa era la verdadera astucia de Amparo.Quinto en efecto sobornó a Fabián para conseguir un cargo.Por eso, incluso si todo salía a la luz, Fabián no mentiría del todo y aún podría echarle parte de la culpa a Quinto y a ella, la emperatriz.Si ella no hubiera ordenado investigar antes, costaría imaginar que la verdadera culpable era Amparo, que aprovechó la urgencia de Quinto por obtener un puesto para tenderle esta trampa.En ese momento, Serafina no puso excusas.—Quizás fue por mi falta de disciplina que mi medio hermano actuó con tanta imprudencia. Reconozco mi culpa y acataré cualquier castigo que Su Majestad disponga.Esa franqueza para admitir su error sorprendió a Claudio.Pero la palabra “quizás” le pareció de más, como si buscara justificarse.Claudio la miró fijamente, con seriedad.—Vuelve primero al Palacio de Concordia a reflexionar. Tengo que pensar si todavía puedo dejarte al mando del Annu
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