Al escucharla, Damián levantó la vista en la dirección que miraba Valeria y cerró la laptop que tenía en las manos.En cuanto el carro se detuvo frente al lugar, abrió la puerta y salió disparada.Apenas unas horas antes, cuando había ido a verla, la casa estaba intacta. Salvo por la necesidad de una buena limpieza, se conservaba igual que cuando su madre vivía.Pero ahora, de la propiedad emanaban densas columnas de humo negro, dejándola irreconocible.Los bomberos ya estaban allí, combatiendo las llamas con sus mangueras, pero a ella no le importó y corrió directo hacia el fuego.—¡Señorita, no puede entrar! ¡Es peligroso!Uno de los bomberos, sorprendido por su impulso, le gritó para detenerla.Con los ojos enrojecidos por las lágrimas, pareció no escucharlo y siguió adelante.Pero antes de que pudiera entrar, alguien la detuvo.Un brazo fuerte la rodeó por la cintura, sujetándola con firmeza. Desde arriba, una voz dura resonó sobre su cabeza.—¿No oíste que es peligroso? ¿Estás sor
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