Pero su cerebro sobrecargado no le permitía procesar demasiada información, y al escuchar esas palabras hizo un puchero de tristeza.—Señor Figueroa, no, me da miedo —murmuró con los labios fruncidos, como si estuviera actuando coqueta con Damián.Apenas terminó de hablar, los efectos de la droga que había logrado controlar volvieron a apoderarse de su cuerpo como una avalancha.—Mmm... —gimió incómoda, girándose para intentar abrir la regadera nuevamente.Pero Damián la detuvo.—¿Lo deseas? —Damián le sujetó la barbilla, con las comisuras de los labios ligeramente curvadas, parecía estar de muy buen humor.Valeria se mordió los labios, sintiendo que todo su cuerpo se calentaba cada vez más.Al escuchar las palabras de Damián, levantó los brazos para rodearlo por el cuello e intentó besarlo.Pero el hombre se apartó justo a tiempo.Ella se quedó atónita, la expresión de su rostro se volvió aún más lastimera.—Pídeme que lo haga —Damián se acercó al oído de Valeria, su voz profunda y ro
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