—¡Si alguien se atreve a filtrar este asunto, no me culpen por ser despiadado!Arturo tenía el rostro sombrío. Por fin parecía tener algo de presencia como cabeza de familia.Valeria frunció ligeramente el ceño.Escuchó a Arturo continuar: —Primero lleven a la señorita Camila a su habitación.Luego se volteó hacia Valeria: —Tú ven conmigo.Valeria bostezó: —Papá, si hay algo que decir, mejor dígalo aquí.—Es muy tarde, y mañana tengo que ir a trabajar.Arturo resopló con frialdad, como si no hubiera escuchado sus palabras.Se levantó y dijo: —¡Al estudio!Dicho esto, subió las escaleras con pasos firmes.Valeria arqueó las cejas, pero finalmente lo siguió.Cuando empujó la puerta para entrar, Arturo ya estaba sentado detrás del escritorio.Tenía las manos entrelazadas sobre el escritorio, su rostro cuadrado se veía especialmente siniestro bajo la luz tenue.Valeria se dejó caer en el sofá frente a él, y bostezó perezosamente otra vez.No estaba fingiendo.Realmente estaba cansada.Ante
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