—Esa noche fuiste tú quien se llevó a Damián en auto, ¿verdad?Vaya cosa que decir. Valeria no supo qué responder y la corrigió:—Para ser exactos, soy la chofer del señor Figueroa. Si él me dice que me vaya, naturalmente me voy.—Chofer —Irina resopló con frialdad—. Chofer de cama, seguramente.—Como si no lo supiéramos, solo te aprovechas de esa cara para seducir a Damián, ¿no?Valeria la miró con expresión inocente:—Señorita Santana, al decir eso, ¿está lamentando que su cara no pueda conquistar a Damián?Al escuchar esto, Irina se llenó de ira:—Tú...—¡Ya basta! —Mariana, que estaba al lado, detuvo a Irina.Le sonrió levemente a Valeria:—Señorita Rivas, mi amiga es así, tiene mal genio. No lo tome en cuenta.Valeria la miró con cierta sorpresa. Esa noche Mariana no se había comportado así frente a Damián. Claramente tenía el temperamento caprichoso de una señorita mimada.Ahora, con Irina echando leña al fuego, ¿podía hablarle con tanta calma?Sin embargo, lo que pensara Mariana
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