Semua Bab La venganza de la despreciada: Bab 61 - Bab 70

Pese al calor sofocante, Julia sintió un frío glacial en su interior.Se detuvo, girándose hacia sus padres y su hermano con una sonrisa sarcástica:—Un desperdicio como Joaquín solo merece estar con otro desperdicio. Aunque me lo ofrecieran, ni me molestaría en mirarlo.—¡¿Qué has dicho?! —Fernando, furioso, se levantó de un salto con los ojos desorbitados.Pero Julia ya había regresado a su habitación, cerrando la puerta de un golpe.—¡Es una desgracia! ¡Una completa desgracia! ¿Cómo pude yo, Fernando, engendrar una hija así? —Fernando estaba tan enfadado que sintió un dolor opresivo en el pecho y se lo apretó con la mano.Carolina rápidamente pidió a su hijo que trajera la medicina, mientras daba palmaditas en el pecho de su esposo para tranquilizarlo:—Ya no te enfades, tu salud es lo primero. Hagamos como si no tuviéramos esta hija.*Durante varios días, Julia salió temprano y regresó tarde. Junto con Valeria, visitó varios centros comerciales hasta que finalmente completaron tod

Al otro lado del teléfono, Amanda, la madre de Antonio, también estaba enfadada:—La última vez te presenté a aquella empresaria y dijiste que era demasiado dominante, que no tenía feminidad.—Es la verdad.—¡Creo que simplemente buscas excusas porque no quieres casarte!—Mamá, mi hermano ya tiene tres hijos, ¿no es suficiente? Joaquín está a punto de casarse, pronto tendrás bisnietos. ¿Por qué sigues presionándome?—¡Tienes la cara de decirlo! Joaquín, siendo más joven que tú, ya va a casarse, mientras tú, siendo el mayor, sigues soltero. ¿No es para que se rían de ti?—Que se ría quien quiera.Tras soltar esta frase, Antonio escuchó un "bip-bip" en su computadora. Al mirar, vio que tenía un mensaje privado en la red social.Movió el ratón y lo abrió, sorprendido por lo que veía.doña J: Hola Bombón, disculpa la molestia, ¿sabes cuál es el mejor hospital de la ciudad para ginecología?Antonio frunció el ceño, intrigado.Todos en el grupo sabían que doña J estaba enferma y que visitaba

Julia esbozó una sonrisa:—Es muy bonito, pero ¿por cuánto tiempo podrás disfrutarlo?La expresión de Mariana se congeló:—¿Qué quieres decir?—La policía ya tiene pistas, pronto detendrán a los traficantes que me secuestraron. Si yo fuera tú, me entregaría ahora mismo para obtener clemencia.Julia la miró fijamente con una sonrisa enigmática, observando su reacción.Mariana se notó visiblemente nerviosa, pero rápidamente recuperó la compostura:—Julia, no entiendo de qué hablas. Me malinterpretas profundamente, pero no importa, no te lo reprocho. Has sufrido tanto estos tres años que es comprensible que tu mente no esté del todo bien.Julia, sorprendida por su serenidad, volvió a sonreír:—Mariana, realmente me impresionas.Mariana sonrió desafiante, pero antes de que pudiera hablar, vio por el rabillo del ojo una figura saliendo de la mansión.Rápidamente cambió de estrategia, tomó la mano de Julia y transformó completamente su expresión:—Julia, sé que no puedes olvidar a Joaquín, p

Justo una amiga la invitó a salir de compras. Mariana se levantó temprano y se arregló meticulosamente, preparándose para salir.Carolina intentó disuadirla varias veces, lo que la irritó.—Mamá, el médico dice que durante el embarazo hay que mantener un buen estado de ánimo. Estoy encerrada en casa como una prisionera, ¿cómo voy a estar contenta? Solo voy a pasear cerca de la oficina de Joaquín y quedaré con él para comer. Ya lo hemos acordado —Mariana dejó los cubiertos, decidida a salir.—¿Dices que Joaquín está de acuerdo?—Sí, mira —Mariana le mostró a Carolina la conversación de WhatsApp, y finalmente obtuvo permiso para salir.Julia también se había levantado temprano, ya que tenía que ir al hospital.Al salir, vio a Mariana subiendo a su coche.—Julia, ¿adónde vas? ¿Quieres que te lleve? —Mariana bajó la ventanilla, luciendo unas gafas de sol Chanel, presumiendo nuevamente.Julia sonrió:—¿Ya no temes contagiarte de mi SIDA?Mariana se quedó sin palabras ante la pulla.—Un cons

—No es eso —dijo la doctora Jiménez, de cabello plateado y con gafas de lectura, mientras revisaba los resultados con expresión confundida—. No has tenido relaciones sexuales, ¿y tienes una infección pélvica tan grave? Además, padeces adenomiosis uterina, una enfermedad que causa menstruaciones muy dolorosas y puede provocar infertilidad.—¿Infertilidad? —exclamó Valeria sorprendida desde un lado—. Doctora, ¿cómo se puede tratar esto?Julia, sin embargo, reaccionó con indiferencia. Ya estaba completamente desilusionada de los hombres y de las relaciones familiares, y nunca había planeado casarse ni tener hijos.—No me importa la infertilidad, no es necesario tratarla —respondió Julia con franqueza.—Aunque no quieras tener hijos, igual hay que tratarla. ¿Quieres seguir sufriendo así cada mes? —preguntó la doctora Jiménez.Julia negó repetidamente con la cabeza.—No cuidas tu cuerpo en absoluto. ¿Cuántos años podrás soportar este dolor? —murmuró la doctora Jiménez, hablando casi para sí