Lahat ng Kabanata ng La venganza de la despreciada: Kabanata 1 - Kabanata 10

Julia Campos fue secuestrada y llevada a lo profundo de las montañas durante tres años, torturada hasta casi morir, pero finalmente fue rescatada. Un policía la llevó hasta la puerta de su casa.Julia bajó del auto y miró la gran mansión frente a ella. Su mirada reflejaba extrañeza, como si ya no reconociera su propio hogar.No era de extrañar que no lo reconociera.La mansión de los Campos estaba completamente adornada y llena de alegría, pues estaban celebrando una gran fiesta.—¿Esta es la casa de los Campos? —preguntó con curiosidad el policía que conducía.Su compañero respondió con seguridad: —¡Sí, es la casa de los Campos! ¡Les he llamado varias veces para decirles que encontramos a su hija, pero siempre creyeron que eran llamadas de estafa y colgaban!Otra policía que los acompañaba comentó con desdén: —Julia desaparece y ellos tienen ánimo para celebrar.Julia permaneció de pie bajo el sol abrasador, escuchando las palabras de los policías con sentimientos encontrados.Pero n

Julia de repente recordó...Joaquín tenía un tío que solo era cinco años mayor que él, nacido cuando sus abuelos maternos tenían casi cincuenta años debido a un embarazo inesperado.Se decía que, por ser hijo de la vejez, había sido extremadamente mimado desde pequeño, lo que le había dado un carácter terrible, temperamental e impredecible. Por eso finalmente lo enviaron al extranjero para que se las arreglara solo.¿Había regresado? ¿Y se había convertido en médico?Julia estaba sorprendida.Antonio Ortega se acercó, sobrepasando a Joaquín por media cabeza, y miró fríamente: —¿Qué sucede?Joaquín siempre había temido a su tío.Aunque solo era cinco años mayor, era profundo y experimentado, mordaz y venenoso. Siempre usaba su posición de familiar mayor para presionarlo y desde pequeño lo había hecho cargar con sus culpas.Mariana, viendo que Joaquín no respondía, rápidamente intervino con una sonrisa coqueta: —Tío, ¿podrías examinar a mi hermana, por favor? Así no pensará que la estamo

¿Qué? Mariana sintió un vuelco en el corazón, tocando el collar de rubí rojo sangre en su cuello, mirando desamparada a Carolina mientras las lágrimas brotaban instantáneamente.—Julia, lo siento, no es que no quiera dártelo... es que esto me lo regaló Joaquín, como símbolo de nuestro compromiso —dijo Mariana débilmente, con lágrimas cayendo.Carolina frunció el ceño: —Julia, no debes codiciar lo que pertenece a otros.—¿Y cómo es que ella codicia lo que me pertenece a mí? —la pregunta ligera de Julia dejó sin palabras tanto a Carolina como a Mariana.Joaquín era su novio de la infancia.Ahora era el prometido de Mariana.Robarle el novio, ¿no era acaso codiciar lo ajeno?Tras decir esto, Julia no se molestó en ver sus expresiones. Recogió las joyas y se dirigió hacia la habitación de servicio del primer piso.No era que aceptara la humillación voluntariamente, sino que tampoco quería estar cerca de esta familia, por lo que no se molestó en pelear por una habitación en el piso superio

Julia estaba cambiando las sábanas cuando la puerta fue pateada bruscamente, sobresaltándola.Se volvió y preguntó con calma: —¿Sucede algo? Oh, escuché gritar a Mariana, ¿qué ha pasado?Carlos quería entrar y darle una lección a Julia.Sin embargo, recordando que ella tenía SIDA, se acobardó e incluso retrocedió un paso.—¡Julia! ¡Has ido demasiado lejos! ¿Fuiste tú quien puso excremento de perro en la cama de Mariana? —preguntó Carlos, furioso pero temeroso.Fernando y Joaquín también habían bajado para hacer justicia por Mariana.Julia frunció el ceño con expresión inocente: —¿Qué quieres decir? ¿Qué excremento?Fernando: —¡No finjas! ¡Nadie más que tú lo haría!Julia ladeó ligeramente la cabeza: —No he salido de aquí, ¿qué podría haber hecho? Ustedes estaban en la sala, ¿me vieron salir?Todos se quedaron sin palabras.Joaquín preguntó: —¿Y el excremento de tu cama?Julia tomó el bote de basura y se lo mostró: —Aquí está. ¿Quieres probarlo?Fernando, su hijo y Joaquín miraron el ex

—¿Qué? ¿Dices que Mariana fue quien causó tu secuestro? —Valeria interrumpió a Julia, completamente sorprendida e incrédula.—Sí, lo escuché directamente de los traficantes durante el secuestro. Esa noche, inicialmente capturaron a la persona equivocada, a Mariana. El chofer y yo luchamos con todas nuestras fuerzas para rescatarla, pero por una terrible ironía, terminé siendo yo quien cayó en la trampa —explicó Julia.Con una sonrisa amarga, añadió: —Qué cruel es el destino. Durante estos tres años me he arrepentido infinitas veces de haberla salvado esa noche. Fui una estúpida.Solo pensar que Mariana probablemente se había reído de ella durante tres años hacía que su pecho ardiera de furia.Valeria temblaba de rabia: —¿No la desenmascaraste cuando regresaste? Siendo una huérfana adoptada por los Campos, ya tuvo mucha suerte. Y tú siempre la trataste como a una verdadera hermana, protegiéndola. ¡Devolverte así el favor es peor que una bestia!Julia respondió con calma, manteniendo su