¿La hechicera Marcela?El hombre enmascarado alcanzó a sorprenderse un poco, cuando al instante su cabeza rodó por el suelo.Atrius, cuando escuchó el ruido, se levantó de un salto.Marcela… ese nombre le sonaba vagamente de algún lado.No sabía si era amiga o enemiga, y su primer instinto fue escapar.De la nada, sintió un viento helado, y enseguida una mano lo sujetó del cuello.Se le erizó la piel.Una mujer le habló al oído con una voz suave y seductora, pero cruel:—¿Eres tú el nuevo discípulo de Remigio?¿Ella conocía a su maestro?Atrius guardó silencio, precavido.La mujer se rio con desprecio:—Vaya, un hueso duro. No importa, tengo todo el tiempo del mundo.Sus dedos, largos como garras de águila, se apoyaron en su coronilla.Con un movimiento brusco, Atrius sintió como si algo dentro de su cabeza explotara; el dolor era insoportable.Apretó los dientes, sin suplicar ni gritar.Un cuarto de hora después, ella pareció aburrirse del juego y retiró la mano.Sonrió, pícara, y, de
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