Cuando la flecha la atravesó, Jimena pensó que no tenía salida. Se dijo que, si moría así, por lo menos iba a ser rápido.Pero, contra todo, un dolor brutal la despertó.Cuando abrió los ojos, se vio en una cueva extraña, con paredes de piedra, amarrada a una camilla de madera tosca.Una voz gastada sonó junto a su oído.—General, despertaste…Entonces vio a un hombre detrás de su cabeza. Su cara estaba llena de cicatrices horribles. Con la cabeza baja, la miraba y sonreía de una forma que le hizo correr un escalofrío.—¿Fuiste tú el que me salvó? —preguntó Jimena, con la esperanza de que, como otros, la hubieran confundido con Gonzalo y, creyéndola una heroína, hubieran hecho lo imposible por rescatarla.El hombre extendió la mano hacia la herida del pecho. Ella se estremeció, y luego escuchó su risa macabra.—En serio tienes el cuerpo de un general curtido. Una flecha mortal, y aun así sigues viva.Aquella noche, cuando la encontró, estaba convencido de que ya no respiraba: sin alien
Read more